Por qué la mitigación climática en las ciudades mediterráneas es más esencial que nunca


Por qué la mitigación climática en las ciudades mediterráneas es más esencial que nunca

La reciente tormenta DANA que azotó la región de Valencia ha sido un recordatorio de los crecientes riesgos climáticos a los que se enfrentan nuestras ciudades mediterráneas. Las graves inundaciones interrumpieron la vida cotidiana, dañaron viviendas y dejaron a comunidades enteras luchando por recuperarse. Lamentamos profundamente las dificultades que las personas han sufrido como consecuencia de estos fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes en la cuenca mediterránea, una región especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático, como sequías prolongadas, olas de calor intensas, aumento del nivel del mar e inundaciones repentinas. Esta realidad exige un cambio profundo en cómo planificamos, construimos y protegemos nuestros espacios urbanos.

Abordar el cambio climático en las ciudades mediterráneas requiere más que reforzar la infraestructura; exige una reimaginación de los espacios públicos como centros resilientes, adaptables e inclusivos para la vida comunitaria. Dada la alta exposición de la región a los riesgos ambientales, una mitigación climática efectiva demanda estrategias innovadoras como infraestructura verde, paisajes absorbentes y diseños resistentes al calor que proporcionen sombra y frescor en áreas densamente pobladas. Más allá de las mejoras físicas, la dimensión humana es igualmente vital: la cooperación y la participación ciudadana son fundamentales para crear áreas urbanas que realmente sirvan a todas las personas.

La verdadera resiliencia nace de la colaboración comunitaria, donde las voces locales desempeñan un papel activo en la configuración y el mantenimiento de sus entornos. Involucrar a las personas residentes en el desarrollo de estrategias urbanas fomenta un compromiso colectivo hacia los espacios compartidos y promueve el cuidado ambiental. A través de iniciativas como proyectos de reverdecimiento liderados por la comunidad, sistemas sostenibles de gestión de agua y el rediseño de espacios públicos priorizando la accesibilidad y la seguridad, las ciudades pueden adaptarse de maneras prácticas y profundamente alineadas con los valores y necesidades de la comunidad. Cuando estos esfuerzos se informan con pedagogía urbana—donde les ciudadanes aprenden sobre y participan activamente en el proceso de planificación urbana—el resultado son ciudades más sostenibles y resilientes, listas para enfrentar los desafíos futuros.

El clima único del Mediterráneo exige que consideremos las necesidades específicas de los diversos grupos dentro de nuestras ciudades. La planificación de resiliencia en esta región debe incluir diversas perspectivas, desde necesidades de género e interculturales hasta accesibilidad y requisitos de infancia. Los espacios públicos deben diseñarse no solo para soportar tensiones ambientales, sino para servir como puntos de encuentro donde todas las personas se sientan seguras, bienvenidas y conectadas con su comunidad. Integrando estas perspectivas, podemos crear un sentido de propiedad compartida que fomente la cohesión social, el bienestar mental y la salud física.

Además, al fortalecer los lazos sociales, los esfuerzos de resiliencia urbana inclusiva amplifican la capacidad de las ciudades mediterráneas para resistir y recuperarse de los impactos climáticos. Los enfoques basados en el lugar, impulsados por la comunidad, cultivan la confianza y un sentido de responsabilidad hacia los espacios públicos, empoderando a las personas residentes para actuar como guardianes de su entorno. Este enfoque holístico del diseño urbano significa que las ciudades pueden ofrecer espacios que son adaptables, receptivos y alineados con las necesidades de quienes más los utilizan. Cuando las estrategias urbanas incluyen voces diversas, las ciudades se vuelven más que resilientes; evolucionan hacia entornos que enriquecen la calidad de vida a través de la seguridad, la accesibilidad y la conexión.

Cada paso hacia una ciudad mediterránea más resiliente al clima es un paso hacia la preservación de nuestras comunidades para las generaciones futuras. Este trabajo no solo es ambientalmente responsable, sino vital para proteger la salud, la seguridad y la calidad de vida de nuestres vecines, familiares y residentes futuros. Las ciudades mediterráneas que priorizan a las personas, el lugar y el planeta por igual se convertirán en modelos de vida urbana sostenible, donde la adaptación al clima se encuentra con la inclusión social. Con cada iniciativa impulsada por la comunidad, construimos una base de resiliencia que permite a nuestras ciudades enfrentar los desafíos climáticos, al tiempo que fomenta un espíritu de unidad, pertenencia y propósito compartido.

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

31/10/2024

Escrito originalmente en:


inglés

Tags:

Vida cotidiana / Movilidad

sostenible / Biodiversidad /

Espacio público

Proteger la Democracia a través de la Democracia Participativa y los Movimientos Sociales

Proteger la Democracia a través de la Democracia Participativa y los Movimientos Sociales

La democracia a menudo se reduce al acto de votar: elegir representantes que hablen en nombre de la ciudadanía y esperar hasta el siguiente ciclo electoral para volver a hacer oír nuestras voces. Sin embargo, la democracia en su forma más auténtica debe ir mucho más allá de las urnas. Requiere la participación activa de la ciudadanía en los procesos de toma de decisiones y debe estar arraigada en las experiencias y luchas cotidianas de las personas. Los movimientos sociales, en particular, han jugado históricamente un papel vital en la expansión del proceso democrático y en asegurar que este siga vivo, dinámico e inclusivo.

Recientemente, tuve la oportunidad de asistir a la Bienal de Pensamiento en Barcelona, donde escuché debates muy interesantes sobre la importancia de proteger la democracia y el papel que la democracia participativa juega en este esfuerzo. Ponentes como Donatella Della Porta, Amador Fernández-Savater y Claudia Delso Carreira ofrecieron valiosas reflexiones sobre cómo podemos fortalecer los procesos democráticos fomentando una mayor implicación ciudadana y la acción colectiva. Sus reflexiones reforzaron la idea de que la democracia participativa no es solo un concepto teórico, sino una necesidad práctica frente a las crecientes amenazas a los sistemas democráticos en todo el mundo.

 

Los límites de la Democracia Representativa

La democracia representativa, aunque es un pilar esencial de la gobernanza moderna, a menudo es insuficiente para abordar las complejidades y desigualdades que existen dentro de la sociedad. Las elecciones pueden desconectarse fácilmente de las realidades de los grupos marginados—ya sea por razones de género, clase, raza u orientación sexual. Los movimientos sociales, por otro lado, llevan estas voces marginadas al centro de la atención. Como señaló una persona ponente, «Existen muchas dinámicas de poder que humillan ciertos cuerpos», destacando cómo la opresión sistémica se dirige a grupos particulares. Las estructuras democráticas tradicionales pueden pasar por alto estos problemas, pero los movimientos sociales crean espacios donde quienes han sido silenciados pueden ser escuchados.

La democracia participativa ofrece un marco para transformar estas frustraciones en acción. No se trata solo de votar cada pocos años, sino de involucrarse directamente con los temas que más importan a las personas. Se trata de diálogo, resolución colectiva de problemas y la formación de alianzas entre sectores diversos de la sociedad. Este proceso de «inventar una identidad y formar alianzas con personas diferentes a ti» refleja un compromiso democrático más profundo, uno que permite el desarrollo de una sociedad más inclusiva.

 

El papel de los movimientos sociales en la expansión de la democracia

Los movimientos sociales siempre han estado en el corazón de la transformación democrática. Desde los derechos laborales hasta el sufragio femenino, desde los derechos civiles hasta la justicia ambiental, los movimientos nacen de la necesidad de abordar las injusticias e impulsar el cambio. Estos movimientos hacen más que exigir reformas; desafían las estructuras mismas que perpetúan la desigualdad y ofrecen visiones alternativas de gobernanza y comunidad.

En los últimos años, movimientos como el Sindicato de Inquilinas y otras iniciativas de base en todo el mundo han demostrado el poder de la acción colectiva. Un ejemplo significativo proviene de Bolivia, donde un museo impulsado por la comunidad desafía las narrativas coloniales al involucrar a las comunidades indígenas como coautoras de las exhibiciones del museo. Este enfoque participativo rompe las dinámicas de poder tradicionales y transforma la forma en que se produce y comparte el conocimiento. Como observó una persona ponente, «Debemos aprender a escuchar con respeto, observar y cambiar las prácticas establecidas que perpetúan la dominación.»

Al ir más allá de los límites establecidos por la democracia representativa, los movimientos sociales nos recuerdan que la democracia no es estática. Debe ser trabajada y protegida constantemente. Estos movimientos tienen el potencial de reconfigurar los espacios públicos, crear instituciones más equitativas e involucrar a la ciudadanía de maneras significativas. Actúan como incubadoras vitales para la innovación democrática y someten al poder a control cuando las estructuras políticas tradicionales fallan.

 

La Democracia Participativa como Antídoto frente al Sistema Impulsado por el Mercado

Uno de los principales desafíos que enfrenta la democracia hoy en día es la creciente influencia de las fuerzas neoliberales de mercado que priorizan el beneficio sobre las personas. El dominio del sistema de mercado se ha infiltrado en todos los aspectos de la vida, incluidas las instituciones democráticas, convirtiendo a la ciudadanía en consumidora en lugar de participantes activas. En respuesta, los movimientos sociales y la democracia participativa ofrecen una vía para recuperar el espacio público del control de la lógica de mercado.

Como señaló otra persona comentarista, vivimos en un momento en que «la vida de mercado fomenta el comportamiento egoísta», pero nuestra misma naturaleza como seres humanos se basa en la cooperación. La democracia participativa, cuando se practica plenamente, reúne a las personas en un espacio compartido donde la cooperación, y no la competencia, se convierte en el principio rector.

En este sentido, la democracia no es solo una herramienta de gobernanza, sino un espacio para construir comunidad y solidaridad. Proporciona una alternativa a la noción neoliberal de individualismo, poniendo el acento en el bienestar colectivo. La idea de que «nuestras células están diseñadas para cooperar» desafía la creencia de que la democracia debe estructurarse en torno a la competencia y las luchas por el poder. La democracia participativa exige inclusividad, deliberación y responsabilidad compartida por el bien común.

 

Proteger la Democracia ante las Políticas Reactivas

El aumento de los movimientos de extrema derecha y de líderes populistas en todo el mundo representa una amenaza significativa para la democracia. Estas fuerzas reactivas a menudo apelan a los miedos de las personas, manipulándolas con desinformación y xenofobia. Sin embargo, los movimientos sociales pueden actuar como una fuerza contraria al promover un diálogo informado y empático. El crecimiento de movimientos que desafían el dominio corporativo en la educación, la salud y la vivienda demuestra que la ciudadanía no está dispuesta a aceptar pasivamente estas amenazas a su bienestar.

Pero para que estos movimientos sean efectivos, deben ir más allá de la mera crítica al sistema. La crítica es importante, pero como señala una persona académica, «La crítica es una manera de no querer que nada cambie.» En lugar de limitarse a señalar lo que no funciona, los movimientos deben centrarse en construir algo mejor, creando espacios donde las personas puedan imaginar y construir nuevos futuros.

Es crucial que los movimientos sociales continúen ampliando el significado de la democracia más allá de sus limitaciones institucionales. La democracia no debe limitarse a votar cada pocos años o a las decisiones de unas pocas personas electas. La verdadera democracia requiere un compromiso continuo y la protección de espacios donde la ciudadanía pueda colaborar, desafiar el poder y trabajar por el bien común.

 

El Futuro de la Democracia: Construir un Proyecto Colectivo

Los desafíos que enfrenta la democracia hoy en día son inmensos, pero también lo son las oportunidades. A medida que los movimientos sociales de todo el mundo continúan movilizándose, están demostrando que la democracia puede ser más que un conjunto de procedimientos o instituciones, puede ser un proceso vibrante y participativo arraigado en la vida cotidiana de la ciudadanía.

Aprovechando las lecciones de los movimientos pasados y presentes, debemos seguir ampliando el alcance de la democracia, asegurándonos de que se vuelva más inclusiva, equitativa y receptiva a las necesidades de todas las personas. Como dijo una persona ponente, «La transformación no es solo sobre el contenido, sino sobre las maneras de hacer las cosas.» Debemos repensar cómo practicamos la democracia, y esto comienza por adoptar métodos participativos que empoderen a la ciudadanía para asumir un papel activo en la configuración del mundo que les rodea.

En conclusión, proteger la democracia requiere mucho más que salvaguardar elecciones o instituciones políticas, exige fomentar una cultura de participación, donde voces diversas puedan reunirse, compartir sus historias y construir nuevas formas de solidaridad. Los movimientos sociales seguirán siendo el motor de esta transformación, y a través de ellos, podemos construir una democracia que realmente funcione para todas las personas.

Citas:

  • «La cooperación no es solo una herramienta de resistencia, sino una parte fundamental de nuestra naturaleza humana; así es como hemos superado la adversidad a lo largo del tiempo.»
  • «La transformación no es solo sobre el contenido, sino sobre las maneras de hacer las cosas.»
  • «Debemos aprender a escuchar con respeto, observar y cambiar las prácticas establecidas que perpetúan la dominación.»
  • «La crítica es una manera de no querer que nada cambie. El verdadero desafío es construir espacios donde podamos imaginar y crear futuros mejores.»
  • «La vida de mercado fomenta el egoísmo, pero nuestra naturaleza humana está diseñada para la cooperación.»

En un mundo donde la democracia enfrenta amenazas constantes, los movimientos sociales y la democracia participativa siguen siendo vitales para mantenerla viva y significativa.

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

14/10/2024

Escrito originalmente en:

inglés

Tags:

Vida cotidiana / Espacio público

Tu derecho a la ventana​

Tu derecho a la ventana​

Perfilava el traçat amb pinzell i una concentració desmesurada. Abstreta de tot el que passarà al seu voltant -que, per altra banda, era més bé poc- i absolutament determinada a completar el propòsit de decorar les finestres de sa casa. O, per ser més precisa, de decorar la façana de sa casa des de les finestres a tot el que li arribarà el braç, el pinzell i les imprudents -si no suïcides- acrobàcies que executava en favor del màxim alcanç de la pintura.

Xica, que cauràs! Li va etzibar un vianant des de la vorera d’enfront, tot aturant-se per mirar que el seu propi crit no en fos el detonant profètic. La pintora, molt calmadament, va completar el moviment circular del seu canell, apurant la darrera sucada. Va abaixar el genoll de l’ampit i, ja amb el seu centre de gravetat fora del va, al menjador de casa, es va girar cap al viaestant.

Li agrada? Va dir l’habitant. Els blaus solquen el mur com unes crineres pentinades amb rastrell, emergeixen de tot l’ample de la llinda, i s’allunyen del perímetre de la finestra, canviant de gruix durant el traçat, i completant dos voltes i mitja en forma d’espiral. Són uns blaus forts, foscos, que amb l’absorció de la paret es flanquegen de verd marí. D’aquest degradat germinen, amb naturalitat vivificant, fulles, branques, arbres, arremolinats amb el feix de filaments del pinzell.

Els colors són bonics… però eixa no és la bona qüestió. I quina és per vosté la bona qüestió? Doncs que estàs pintant el carrer sense permís. Estic pintant ma casa. Però sóc jo qui veu el que pintes, des del carrer, tu en canvi no ho pots gaudir. Crec que ací s’equivoca, jo gaudisc pintant-ho, gaudisc pensant que els veïns i veïnes ho poden veure, i jo mateixa ho podré veure quan isca al carrer… Els dos oradors suspiren alhora, les últimes quatre paraules s’han quedat impreses en l’aire i s’hi estan uns segons, com volent ser llegides per molta més gent. Però no hi ha ningú més al carrer, i s’esfumen.

Doncs també tens raó xica, pinta lo que vullgues. La veritat és que a mí m’agrada, i si tinguérem totes les cases decorades aixina, l’espai públic seria més alegre i acollidor. Pausa. Pensant-ho bé és una iniciativa preciosa, per què no pintes la resta de cases del carrer?

La proposta que em fa m’afalaga… però eixa no és la bona qüestió. Que jo em senta amb la llibertat de pintar-lo i vosté amb la llibertat d’opinar-lo ja fa l’espai públic més alegre i acollidor. Encara diria més, el fet mateix que vosté i jo estiguem mantenint aquesta conversa fa l’espai públic.

Ara és un somriure el que es queda imprès en l’aire, un de sol, compartit, reflexiu, còmplice, revelador. Fins que el triple xiulit d’un policia el fulmina. Final del partit. El viaestant mamprèn la marxa, l’habitant la pintura.

* Referències 

Text inspirat en l’obra de Friedensreich Hundertwasser i el seu activisme pel dret a la ciutat:

Imatge: Reproducció digital de l’obra Green Town (1973-1978), de Friedensreich Hundertwasser.

Paraules de:

Arnau Boix i Pla

 

Data de publicació:

13/04/2020

Escrit originalment en:

catalán

Tags:

Vida cotidiana /  Espacio público