Reflexiones por el Día Mundial del Urbanismo: La importancia de la planificación territorial en tiempos de crisis


Reflexiones por el Día Mundial del Urbanismo: la importancia de la planificación territorial en tiempos de crisis

Hoy, aprovechando que es el Día Mundial del Urbanismo y sumidos en la “resaca” que nos deja una tragedia como la que vive el País Valencià, queremos reivindicar la importancia de la planificación territorial en la gestión del mundo que nos rodea.

El Urbanismo no es solo una cuestión de distribución de espacios, sino también de prevención, adaptación y responsabilidad colectiva. Ante episodios como este, un urbanismo sostenible se vuelve fundamental para minimizar riesgos y proteger la vida y el bienestar de las personas. Cuando nuestro entorno está adaptado a la realidad del territorio, podemos afrontar estos fenómenos con más resiliencia.

Por otro lado, se hace evidente que el Urbanismo debe ser una tarea conjunta y que no puede realizarse únicamente desde un despacho. Es necesario que todos los agentes implicados (instituciones, entidades sociales, profesionales y ciudadanía) remen en la misma dirección, promoviendo una gestión del territorio que tenga en cuenta el cambio climático, la protección del paisaje y la preservación de los ecosistemas que actúan como barreras naturales. La construcción masiva, la impermeabilización sistemática del suelo o la falsa certeza de que podemos modificar y ajustar el entorno según las necesidades del momento no hacen más que agravar situaciones como esta.

Como sociedad, es momento de repensar cómo vivimos y cómo nos relacionamos con los espacios que habitamos, no solo para paliar los efectos de episodios meteorológicos como este, sino también para prevenirlos. En este Día Mundial del Urbanismo, reivindicamos un modelo territorial que respete el territorio, con la voluntad de escuchar el paisaje y adaptarnos tanto a sus necesidades como a las de las personas que lo habitan.

Palabras de:

Marc Deu Ferrer

Fecha de publicación:

08/11/2024

Escrito originalmente en:

catalán

Tags:

Vida cotidiana / Movilidad

sostenible / Biodiversidad /

Espacio público

Utopías, Distopías o “US-topías”: ¿En la Imaginación de Quién Estamos Viviendo?


Utopías, Distopías o “US-topías”: ¿En la Imaginación de Quién Estamos Viviendo?

En medio de un Smart City Expo totalmente centrado en la tecnología, la conferencia de Ruha Benjamin, titulada «Utopías, Distopías o Ustopías: ¿En la Imaginación de Quién Estamos Viviendo?», fue una joya poco común. Mientras gran parte de la exposición se enfocaba en soluciones tecnológicas de vanguardia para la vida urbana, Benjamin nos recordó que “inteligente” no solo aplica a la tecnología, sino también a la inteligencia comunitaria. Moderada por Femi Oke y con Benjamin, profesora de Estudios Afroamericanos en Princeton, como oradora principal, esta sesión aportó una perspectiva crítica al evento, invitándonos a ver más allá de las soluciones de alta tecnología y a reconocer el potencial de la sabiduría colectiva y la equidad social para dar forma a nuestro futuro urbano.

Benjamin inició su conferencia citando a la escritora feminista negra Toni Cade Bambara: “No toda velocidad es movimiento”, una llamada a reconsiderar el ritmo vertiginoso del cambio impulsado por la tecnología. Destacó que, aunque la innovación avanza rápidamente, las voces críticas y las comunidades vulnerables a menudo quedan relegadas. Al enfrentarnos a las crisis actuales, ya sea por violencia geopolítica, desigualdades socioeconómicas o políticas climáticas que agravan los fenómenos extremos, argumentó que los avances tecnológicos por sí solos no garantizan el progreso social. En cambio, la innovación debe cumplir con estándares más altos de equidad, justicia y transparencia.

Este enfoque crítico sentó las bases para una discusión matizada sobre dos narrativas predominantes respecto a la tecnología. Por un lado, está la visión tecno-distópica, que ve la tecnología como una amenaza que reduce la autonomía personal, desplaza empleos y elimina la libertad de las personas. Por otro lado, está el ideal tecno-utópico, que presenta la tecnología como la solución a todos los problemas sociales, haciendo nuestro mundo más eficiente e igualitario. Benjamin señaló un error común en ambas perspectivas: suelen ver la tecnología como una fuerza autónoma, desplazando a las personas, valores e intenciones que crean y controlan estos sistemas. En lugar de ver la tecnología como inevitable o predestinada, defendió que debemos “quitar la pantalla” para revelar a los agentes humanos y las dinámicas de poder detrás de ella.

Benjamin ilustró esta idea con el ejemplo del Proyecto de Innovación Comunitaria en Saint Paul, Minnesota, una colaboración impulsada por datos entre escuelas locales y fuerzas de seguridad para identificar a jóvenes “en riesgo”. A pesar del lenguaje aparentemente positivo de “innovación” y “comunidad”, las personas residentes expresaron su preocupación por el uso de datos y las intenciones de las instituciones involucradas, que sentían que históricamente habían fallado a la juventud local. Tras protestas organizadas, la comunidad logró detener el proyecto y abogó por reasignar los recursos directamente a las necesidades reales de los jóvenes sin la etiqueta estigmatizante de “en riesgo”. Aquí, Benjamin subrayó la necesidad de combinar crítica y creatividad: saber no solo qué rechazamos, sino también imaginar lo que queremos. Solo con esta doble perspectiva, argumentó, podemos desafiar el statu quo, que a menudo distorsiona nuestra visión del mundo y perpetúa la desigualdad.

Con una perspectiva global, Benjamin señaló cómo las jerarquías implícitas están integradas en diversas sociedades, desde las políticas “daltónicas” en Francia hasta la jerarquía racial en Brasil y las dinámicas de casta en la India. Estas desigualdades sistémicas a menudo se ocultan tras la promesa de neutralidad o incluso de benevolencia, pero afectan profundamente el acceso, las oportunidades y el poder. “¿Qué tipo de inteligencia está dando forma a nuestro futuro?” preguntó Benjamin, desafiándonos a cuestionar si es una inteligencia arraigada en la conciencia social y la equidad, o un enfoque jerárquico que cree falsamente que puede “resolver” los problemas estructurales solo a través de la tecnología.

Un ejemplo sutil pero poderoso que mencionó Benjamin fue la arquitectura hostil que a menudo se encuentra en los espacios públicos. Describió una visita a San Francisco donde vio bancos con barras divisorias diseñadas para impedir que las personas se tumben. Este diseño forma parte de una tendencia más amplia de espacios urbanos “exclusivos” que, bajo el pretexto de seguridad o funcionalidad, excluyen a ciertos grupos, especialmente a las personas sin hogar. Desde bancos con púas hasta asientos individuales, la arquitectura hostil ilustra cómo los espacios públicos se diseñan de forma sutil, pero deliberada, para dictar quién es bienvenido y quién no.

Benjamin también abordó la vigilancia estatal en las llamadas ciudades inteligentes, donde tecnologías como el reconocimiento facial y los drones se despliegan no solo para vigilar a migrantes, sino también para controlar a los residentes urbanos. Estas herramientas, argumentó, suelen reforzar las jerarquías raciales y sociales. Señaló casos recientes en Alemania donde la vigilancia en redes sociales se ha utilizado para negar derechos o revocar la ciudadanía de personas que apoyan movimientos de liberación, como el de Palestina. Estas prácticas de vigilancia, comercializadas como medidas de seguridad, a menudo reflejan prejuicios subyacentes y sirven para mantener estructuras de poder desiguales.

La conferencia culminó con el concepto de “ustopía”, un término acuñado por la autora Margaret Atwood que fusiona “utopía” y “distopía” para sugerir una realidad híbrida creada colectivamente. Benjamin propuso que, a diferencia de las utopías o distopías, que parecen “suceder” a nosotros, las ustopías son espacios que creamos activamente, imaginando realidades en las que se prioriza la inclusión y la justicia. Esta “gramática” de ustopía, argumentó, ofrece un marco poderoso para la resistencia y la transformación. Compartió la historia de un pueblo francés donde las personas residentes rechazaron bancos hostiles y abogaron por un espacio público inclusivo, un ejemplo de cómo las comunidades en todo el mundo ya están desafiando normas de exclusión y reimaginando sus entornos.

Para cerrar, Benjamin hizo un llamado a recuperar la imaginación colectiva como una herramienta de transformación social. Criticó la noción de “inteligencia artificial” como una solución única y, en cambio, instó a adoptar una mentalidad de “imaginación abundante”. Basándose en el conocimiento ancestral y la sabiduría comunitaria, imaginó un futuro en el que la tecnología no aísla, sino que empodera, armonizándose con las personas y el planeta en lugar de dominarlos.

En esta amplia exploración, Benjamin dejó al público con un potente desafío: repensar los sistemas que dan forma a nuestras vidas y asumir un papel activo en el diseño de una sociedad que valore la interdependencia y la equidad sobre la velocidad y la escala. Su llamada a la acción invita a cada uno de nosotros a ser co-creadores de un futuro más humano, inclusivo y justo.

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

08/11/2024

Escrito originalmente en:

inglés

Tags:

Vida cotidiana / Movilidad

sostenible / Biodiversidad /

Espacio público

Por qué la mitigación climática en las ciudades mediterráneas es más esencial que nunca


Por qué la mitigación climática en las ciudades mediterráneas es más esencial que nunca

La reciente tormenta DANA que azotó la región de Valencia ha sido un recordatorio de los crecientes riesgos climáticos a los que se enfrentan nuestras ciudades mediterráneas. Las graves inundaciones interrumpieron la vida cotidiana, dañaron viviendas y dejaron a comunidades enteras luchando por recuperarse. Lamentamos profundamente las dificultades que las personas han sufrido como consecuencia de estos fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes en la cuenca mediterránea, una región especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático, como sequías prolongadas, olas de calor intensas, aumento del nivel del mar e inundaciones repentinas. Esta realidad exige un cambio profundo en cómo planificamos, construimos y protegemos nuestros espacios urbanos.

Abordar el cambio climático en las ciudades mediterráneas requiere más que reforzar la infraestructura; exige una reimaginación de los espacios públicos como centros resilientes, adaptables e inclusivos para la vida comunitaria. Dada la alta exposición de la región a los riesgos ambientales, una mitigación climática efectiva demanda estrategias innovadoras como infraestructura verde, paisajes absorbentes y diseños resistentes al calor que proporcionen sombra y frescor en áreas densamente pobladas. Más allá de las mejoras físicas, la dimensión humana es igualmente vital: la cooperación y la participación ciudadana son fundamentales para crear áreas urbanas que realmente sirvan a todas las personas.

La verdadera resiliencia nace de la colaboración comunitaria, donde las voces locales desempeñan un papel activo en la configuración y el mantenimiento de sus entornos. Involucrar a las personas residentes en el desarrollo de estrategias urbanas fomenta un compromiso colectivo hacia los espacios compartidos y promueve el cuidado ambiental. A través de iniciativas como proyectos de reverdecimiento liderados por la comunidad, sistemas sostenibles de gestión de agua y el rediseño de espacios públicos priorizando la accesibilidad y la seguridad, las ciudades pueden adaptarse de maneras prácticas y profundamente alineadas con los valores y necesidades de la comunidad. Cuando estos esfuerzos se informan con pedagogía urbana—donde les ciudadanes aprenden sobre y participan activamente en el proceso de planificación urbana—el resultado son ciudades más sostenibles y resilientes, listas para enfrentar los desafíos futuros.

El clima único del Mediterráneo exige que consideremos las necesidades específicas de los diversos grupos dentro de nuestras ciudades. La planificación de resiliencia en esta región debe incluir diversas perspectivas, desde necesidades de género e interculturales hasta accesibilidad y requisitos de infancia. Los espacios públicos deben diseñarse no solo para soportar tensiones ambientales, sino para servir como puntos de encuentro donde todas las personas se sientan seguras, bienvenidas y conectadas con su comunidad. Integrando estas perspectivas, podemos crear un sentido de propiedad compartida que fomente la cohesión social, el bienestar mental y la salud física.

Además, al fortalecer los lazos sociales, los esfuerzos de resiliencia urbana inclusiva amplifican la capacidad de las ciudades mediterráneas para resistir y recuperarse de los impactos climáticos. Los enfoques basados en el lugar, impulsados por la comunidad, cultivan la confianza y un sentido de responsabilidad hacia los espacios públicos, empoderando a las personas residentes para actuar como guardianes de su entorno. Este enfoque holístico del diseño urbano significa que las ciudades pueden ofrecer espacios que son adaptables, receptivos y alineados con las necesidades de quienes más los utilizan. Cuando las estrategias urbanas incluyen voces diversas, las ciudades se vuelven más que resilientes; evolucionan hacia entornos que enriquecen la calidad de vida a través de la seguridad, la accesibilidad y la conexión.

Cada paso hacia una ciudad mediterránea más resiliente al clima es un paso hacia la preservación de nuestras comunidades para las generaciones futuras. Este trabajo no solo es ambientalmente responsable, sino vital para proteger la salud, la seguridad y la calidad de vida de nuestres vecines, familiares y residentes futuros. Las ciudades mediterráneas que priorizan a las personas, el lugar y el planeta por igual se convertirán en modelos de vida urbana sostenible, donde la adaptación al clima se encuentra con la inclusión social. Con cada iniciativa impulsada por la comunidad, construimos una base de resiliencia que permite a nuestras ciudades enfrentar los desafíos climáticos, al tiempo que fomenta un espíritu de unidad, pertenencia y propósito compartido.

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

31/10/2024

Escrito originalmente en:


inglés

Tags:

Vida cotidiana / Movilidad

sostenible / Biodiversidad /

Espacio público

Calle Corona

Calle Corona

El carrer Corona s’ha fet estret. Ara, des de l’entradeta de casa, al número 21, sentim els pardalets a qualsevol hora del dia, veiem les veïnes trastejar a les finestres, i dóna un sol espectacular. Que segur que abans també donava, però no sabiem el seu horari de visita.

Estos dies l’hem arreglada, l’entradeta. Hem posat els nostres noms cal·ligrafiats a la bústia. Hem instal·lat una lleixa de castanyer, pulida i envernissada. És xicoteta, no fa ni dos pams de llarg, i està feta amb la fusta d’una antiga artesa de salar de vés a saber on. A la lleixa es recolza un test amb una heura ressuscitada, i hi penja un fanalet de vidre bufat, sostingut amb una xarxa de corda teixida amb molt d’ofici.

Eixim a l’entradeta a fer el cafè. Alhora, la veïna d’unes portes més enllà, la número 15, agrana primer i arruixa després la vorera de davant de sa casa, com per fer net després que tothom hagués marxat al tall a guanyar-se les garrofes. En realitat ningú no ha marxat de casa.

Com que el carrer s’ha encollit i estem més a prop, la conversa es fila més ràpid, i en un moment Adela ens està contant a nosaltres i a Miquel (asomat a la finestra del primer pis del 14), que quan ella era fadrina, el carrer també era així, petitó. I els veïns i veïnes el tancaven als cotxes per sopar juntes o per eixir a la fresca els vespres de bon oratge.

Miquel somriu, i atropella el relat amb el seu propi, de tantes ganes d’explicar els records que la història d’Adela li ha despertat. Al seu poble també tancaven el carrer Corona cada diumenge. Disputaven partides de pilota a mà. Jugaven a llargues, lo menos, quatre o cinc joves per banda. Mig barri s’hi acostava a veure la partida que, quan era senyalada, omplia l’aforament: voreres, finestres i balcons atapeïts d’ulls que seguien els tantos d’extrem a extrem del carrer. Quin gust vore’l tan plenet de gent! Que aplaudia i cridava. Que reia o feia carasses, segons el joc.

Nosaltres els comentàvem que quina sort que el carrer Corona s’haja tornat a fer estret. Que no cal ni tallar-lo als cotxes per xerrar una estona qualsevol. Que la lleixa i el fanalet vénen del nord, i que quina acció de cura tan bonica i tan poc reconeguda és netejar una part de la vorera de totes. Que també tenim arrels al sud, i que ens encantaria organitzar aquí mateix una partida de llargues en quant les circumstàncies ho permeten.

* Referències

Text inspirat en els estudis de Donald Appleyard sobre l’impacte del trànsit de vehicles en la vida veïnal:

Imatge: Reproducció digital del diagrama de les connexions socials al carrer (Appleyard, 1969).  Les línies representen conexions socials, i els punts identifiquen els llocs de trobada de la gent.

Palabras de:

Arnau Boix i Pla

Fecha de publicación:

26/04/2020

Escrito originalmente en:

catalán

Tags:

Vida cotidiana / Movilidad sostenible / Espacio público

Tu derecho a la ventana​

Tu derecho a la ventana​

Perfilava el traçat amb pinzell i una concentració desmesurada. Abstreta de tot el que passarà al seu voltant -que, per altra banda, era més bé poc- i absolutament determinada a completar el propòsit de decorar les finestres de sa casa. O, per ser més precisa, de decorar la façana de sa casa des de les finestres a tot el que li arribarà el braç, el pinzell i les imprudents -si no suïcides- acrobàcies que executava en favor del màxim alcanç de la pintura.

Xica, que cauràs! Li va etzibar un vianant des de la vorera d’enfront, tot aturant-se per mirar que el seu propi crit no en fos el detonant profètic. La pintora, molt calmadament, va completar el moviment circular del seu canell, apurant la darrera sucada. Va abaixar el genoll de l’ampit i, ja amb el seu centre de gravetat fora del va, al menjador de casa, es va girar cap al viaestant.

Li agrada? Va dir l’habitant. Els blaus solquen el mur com unes crineres pentinades amb rastrell, emergeixen de tot l’ample de la llinda, i s’allunyen del perímetre de la finestra, canviant de gruix durant el traçat, i completant dos voltes i mitja en forma d’espiral. Són uns blaus forts, foscos, que amb l’absorció de la paret es flanquegen de verd marí. D’aquest degradat germinen, amb naturalitat vivificant, fulles, branques, arbres, arremolinats amb el feix de filaments del pinzell.

Els colors són bonics… però eixa no és la bona qüestió. I quina és per vosté la bona qüestió? Doncs que estàs pintant el carrer sense permís. Estic pintant ma casa. Però sóc jo qui veu el que pintes, des del carrer, tu en canvi no ho pots gaudir. Crec que ací s’equivoca, jo gaudisc pintant-ho, gaudisc pensant que els veïns i veïnes ho poden veure, i jo mateixa ho podré veure quan isca al carrer… Els dos oradors suspiren alhora, les últimes quatre paraules s’han quedat impreses en l’aire i s’hi estan uns segons, com volent ser llegides per molta més gent. Però no hi ha ningú més al carrer, i s’esfumen.

Doncs també tens raó xica, pinta lo que vullgues. La veritat és que a mí m’agrada, i si tinguérem totes les cases decorades aixina, l’espai públic seria més alegre i acollidor. Pausa. Pensant-ho bé és una iniciativa preciosa, per què no pintes la resta de cases del carrer?

La proposta que em fa m’afalaga… però eixa no és la bona qüestió. Que jo em senta amb la llibertat de pintar-lo i vosté amb la llibertat d’opinar-lo ja fa l’espai públic més alegre i acollidor. Encara diria més, el fet mateix que vosté i jo estiguem mantenint aquesta conversa fa l’espai públic.

Ara és un somriure el que es queda imprès en l’aire, un de sol, compartit, reflexiu, còmplice, revelador. Fins que el triple xiulit d’un policia el fulmina. Final del partit. El viaestant mamprèn la marxa, l’habitant la pintura.

* Referències 

Text inspirat en l’obra de Friedensreich Hundertwasser i el seu activisme pel dret a la ciutat:

Imatge: Reproducció digital de l’obra Green Town (1973-1978), de Friedensreich Hundertwasser.

Paraules de:

Arnau Boix i Pla

 

Data de publicació:

13/04/2020

Escrit originalment en:

catalán

Tags:

Vida cotidiana /  Espacio público