Abrazando la diversidad

Abrazando la diversidad
El papel de los espacios públicos en un mundo en constante cambio

En un mundo marcado por un cambio constante, donde las líneas entre la migración y el arraigo se difuminan, y donde la intersección de identidades teje un complejo tapiz, nos encontramos en un tiempo de armonización y disonancia. Somos, como sugiere Amin Maalouf, todas las personas en cierto modo migrantes, navegando en un universo que guarda poco parecido con el lugar de nuestro nacimiento. Nuestras identidades, antes sólidas e inmutables, son ahora fluidas y evolucionan a lo largo de nuestras vidas.

Como afirmó de manera profunda Wilhelm Reich: «Piensas que los fines justifican los medios, aunque estos sean viles. Te engañas: el fin es la trayectoria con que lo alcanzas. Cada paso dado hoy es tu dicha del mañana. Ningún objetivo verdaderamente grande podrá ser alcanzado por medios viles – tienes la prueba de que así ha sucedido en todas las revoluciones sociales. La vileza o inhumanidad de una trayectoria dada te convierte en vil e inhumano, y el fin, se vuelve inalcanzable.» Las palabras de Reich subrayan la profunda conexión entre los medios y los fines en el viaje de la identidad. Es un recordatorio de que el camino que elegimos importa tanto como el destino.

El concepto de identidad, profundamente entrelazado con la idea de la migración, se encuentra en un estado de constante fluidez. Somos moldeadas no solo por nuestras raíces, sino por los entornos en los que nos encontramos. La identidad es una construcción que se adapta continuamente a medida que enfrentamos nuevas culturas, idiomas y ideas. Como señala Maalouf, «ser migrante ya no se limita a quienes han sido obligados a dejar sus tierras natales; ahora abarca una definición más amplia. Todos debemos aprender nuevos idiomas, adaptarnos a diferentes formas de hablar e interiorizar códigos ajenos a nuestras identidades originales.»

Este proceso de evolución de la identidad a menudo nos deja sintiéndonos divididos, atrapados entre la tierra que dejamos y la que abrazamos. Abrazar una nueva cultura no es un acto de traición, sino una negociación compleja que implica navegar por una gama de emociones. La nueva cultura puede ser una de rechazo, una respuesta a la represión, la inseguridad o la falta de oportunidades. Sin embargo, el acto de dejar atrás una parte de nuestra identidad, incluso cuando se encuentra en circunstancias difíciles, conlleva un sentimiento de culpa y tristeza.

Sin embargo, la esencia de una sociedad armoniosa radica en la aceptación de todas las identidades. Como Maya Angelou lo expresa con elocuencia: «Todas las personas deberíamos saber que la diversidad crea un rico tapiz, y debemos entender que todos los hilos del tapiz tienen igual valor, independientemente de su color.» La diversidad no se limita solo a cuestiones étnicas o raciales, sino que también abarca género, religión, idioma, orientación sexual y más.

Los espacios públicos, esos ámbitos compartidos donde las comunidades se intersecan y coexisten, desempeñan un papel fundamental en fomentar la diversidad y promover el antirracismo. Estos espacios sirven como terreno común donde individuos de diferentes procedencias, culturas e identidades se reúnen. En los espacios públicos, las líneas que nos separan según la etnia, la raza u otras características comienzan a difuminarse, ya que la experiencia compartida de la coexistencia toma prioridad.

Jane Jacobs, en su obra atemporal «La muerte y la vida de las grandes ciudades americanas», enfatiza la importancia de las áreas urbanas bien diseñadas. Las ciudades tienen el potencial de proporcionar algo para todos, pero solo cuando se crean de manera colaborativa. Una ciudad armónica se caracteriza por la existencia de líneas claras entre espacios públicos y privados, con edificios orientados hacia las calles y aceras en constante actividad. Esta inclusión es la clave para hacer que las ciudades sean vivas y habitables.

Los espacios públicos, ya sean plazas de ciudad muy concurridas, parques serenos o barrios vibrantes, ofrecen una oportunidad para que los individuos interactúen entre ellos. Esta interacción, a menudo espontánea y no escenificada, permite a las personas presenciar la diversidad de los alrededores, desmontando estereotipos y prejuicios. El simple hecho de compartir un espacio público fomenta un sentimiento de interconexión, promueve la empatía, la comprensión y la apreciación de las diferentes culturas e identidades.

Además, estos espacios proporcionan una plataforma para la expresión de identidades diversas. Eventos culturales, festivales y encuentros en espacios públicos celebran un rico tapiz de tradiciones, lenguas y costumbres. Se convierten en un testimonio de la belleza de la diversidad, mostrando el valor de las diferentes perspectivas y experiencias.

En nuestra búsqueda para honrar la diversidad y promover el antirracismo, los espacios públicos ofrecen un área crítica de cambio. Angela Y. Davis nos recuerda que en una sociedad racista, no es suficiente con no ser racista; debemos ser activamente antirracistas. Esto significa desafiar los prejuicios sistémicos y trabajar hacia una sociedad más inclusiva. En este proceso, lo personal se vuelve político a medida que enfrentamos las ideologías que subyacen al racismo y la represión. El propio diseño y uso de los espacios públicos pueden bien perpetuar las desigualdades raciales o bien desafiarlas.

Mediante la creación de espacios públicos inclusivos y accesibles, enviamos un mensaje poderoso de que todas las personas, independientemente de su etnia o raza, tienen derecho a existir, interactuar y prosperar en nuestras comunidades. Cuando los espacios públicos están diseñados para acomodar una variedad de expresiones culturales, contribuyen a desmantelar los prejuicios sistémicos y fomentar un entorno de aceptación y igualdad.

«La Gran Bienvenida», una adaptación de las palabras de Kate Morales, epitomiza la esencia de los espacios públicos al dar la bienvenida a personas de todos los orígenes. Reconoce su cultura, etnia, religión y género, enfatizando que todos son bienvenidos y que sus identidades únicas son celebradas.

La idea de la herencia de Amin Maalouf destaca el papel de la cultura en la construcción de un sentimiento de pertenencia. Las personas llevan su herencia consigo, ya sea en forma de nombres, lenguas, rituales o recuerdos. Estos emblemas portátiles del pasado dan continuidad a los nuevos hogares y sirven como conexión con las raíces de cada uno.

La identidad, profundamente arraigada en la memoria cultural, se mantiene a través de imágenes colectivas, rituales, monumentos y comunicación institucional. El concepto de Maurice Halbwachs sobre los puntos fijos y las figuras de la memoria subraya la importancia de la objetivación cultural en la preservación y estabilización de la memoria cultural.

En un mundo que cambia rápidamente, nuestras identidades y los espacios que habitamos deben reflejar la riqueza de la diversidad humana. Los espacios públicos representan la materialización física de nuestro compromiso con la diversidad, donde todas las personas pueden abrazar su identidad y encontrar su lugar en un mundo que valora y celebra el espectro completo de las experiencias humanas. Como sabiamente señaló Maya Angelou, «Si intentamos entendernos, quizás incluso lleguemos a ser amigos». Es esta comprensión y aceptación, fomentada por los espacios públicos, la que nos llevará hacia un futuro más armonioso e inclusivo.


* Referencias

  • Angelou, Maya. «Wouldn’t Take Nothing for My Journey Now.» Bantam, 1993
  • Jacobs, Jane. «The Death and Life of Great American Cities.» Vintage, 1992.
  • Davis, Angela Y. «Freedom is a Constant Struggle.» Haymarket Books, 2016.
  • Maalouf, Amin. «In the Name of Identity: Violence and the Need to Belong.» Penguin, 2001.
  • Morales, Kate. «The Big Welcome,» adapted from Mycelium School (2013-2016), in «Slow Spatial Reader: Chronicles of Radical Affection,» edited by Carolyn F. Strauss, Valiz, 2021.
  • Lowenthal, David. «The Past is a Foreign Country.» Cambridge University Press, 1985.
  • Halbwachs, Maurice. «On Collective Memory.» University of Chicago Press, 1992.
  • Wilhelm Reich, “Listen, Little Man!”, The Noonday Press, 1948


Foto: Konstantina Chrysostomou, 2016

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

13/10/2023

Escrito originalmente en:

inglés

Tags:

Vida cotidiana / Espacio público

1 perro, 18 personas, 26 árboles, 1 fuente de agua y 7 papeleras


1 perro, 18 personas, 26 árboles, 1 fuente de agua y 7 papeleras

Actualmente, en la ciudad de Barcelona hay un total de 180.000 perros registrados con microchip, más que la población de los niños y las niñas menores de 12 años. Esto se traduce en que el 25% de la población de la ciudad convive con un perro. Increíble, ¿no?

Estudios muestran que las personas adultas menores de 40 años, los Millennials, recientemente han superado a los Boomers en la adopción de perros. En los Estados Unidos, se estima que más de la mitad de los Millennials conviven con un perro. La tasa de convivencia con animales de compañía es aún mayor entre las personas con estudios universitarios y ingresos estables, las mismas personas que tienen más probabilidades de retrasar el matrimonio, la posibilidad de tener un hijo y la propiedad de una casa más allá de los plazos establecidos por generaciones anteriores. Pero no solo eso. Los perros pueden ser muchas más cosas: una manera de arraigarse en un nuevo lugar, un compañero de piso para las personas que viven solas, y pueden desempeñar un papel importante al ayudar la salud mental de las personas.

Cuidar al perro es una de esas experiencias que te cambian la vida. O al menos, te hacen ver y vivir situaciones que nunca habrías experimentado. Personalmente, ha aumentado mi conciencia del micro paisaje de mi barrio y de cómo los perros interactúan con el espacio público, y cómo yo, como acompañante de un perro, interactúo con el espacio público.

Un día normal con mi perro sería:

  • 8:25 Preparar a Rock para pasear.
  • 8:28 Conversar con los vecinos y las vecinas en el ascensor sobre lo contento que está Rock por salir.
  • 8:30 Ya estamos paseando con Rock, oliendo todos los árboles que hay en nuestro recorrido (26 árboles, 1 fuente de agua, 7 papeleras).
  • 8:50 Comprar el pan del horno. Hablar con otros vecinos y vecinas con perros.
  • 8:55 De regreso a casa, parar para que los niños y las niñas que esperan para entrar a la escuela saluden a Rock.
  • 9:00 Entrar a casa.
  • 18:55 Preparar a Rock para pasear.
  • 19:00 Pasear con Rock por Montjuïc y hablar con otros vecinos y vecinas con perros (93 árboles, 4 fuentes de agua, 41 papeleras, 1 zona de uso compartido, 1 espacio de agua).
  • 20:00 Regresar a casa. Hablar con vecinos y vecinas que regresan del trabajo y saludan a Rock.

La interacción y la conexión con mis vecinos y vecinas y el entorno donde me encuentro se entiende de una manera diferente. Ya no se trata solo de que el paisaje sea bonito y agradable, y de que haya espacios para sentarse, sino también de que haya áreas verdes, contenedores de basura y fuentes de agua. Y dado que camino por la tarde, es importante que el espacio esté bien iluminado y que me sienta segura. Es otra forma de percibir el espacio urbano y el papel de un perro en este ecosistema.

A continuación, explicaré las 4 grandes cosas que mi perro me ha enseñado sobre mi barrio y sus personas:

 

El perro como triangulador

Aunque el tema del perro puede ser bastante controvertido entre las personas que se sienten cómodas con ellos y aquellas que no, cada vez veo que el perro es un gran triangulador en el espacio público.

Pero, antes que nada, ¿qué significa triangulación?

La triangulación se define como «aquella característica de un espacio público que puede reunir a personas desconocidas. Normalmente, es un estímulo externo de algún tipo».

Una parada de autobús puede ser un elemento de triangulación. Una persona que toca música en la calle también lo es. Es cualquier elemento que hace que dos personas desconocidas se detengan por un segundo y hablen. Dicho esto, el perro es un gran triangulador.

Paseándolo, he conocido e interactuado con más vecinos y vecinas de mi barrio en los últimos 5 años que llevo viviendo aquí. El perro hace que las personas bajen el ritmo y las defensas, saluden, hablen, sonrían. La última vez que me había ocurrido esto de manera «no forzada», es decir, de manera natural, fue cuando había comprado un ramo de flores. Así como el ramo de flores hacía que mis vecinos y vecinas hablaran conmigo para comentar el ramo, sonreír o saludar, lo mismo ocurre ahora con el perro.

 

Las áreas de esparcimiento para perros como espacios de socialización

Cuando paseas a un perro, entras directamente en un club informal de «personas que cuidan de un perro». Si no tienes un perro, no es tan fácil unirte a este grupo, ya que el protocolo se limita a hablar sobre tu perro, los demás perros y el tiempo.

Entonces, las áreas de esparcimiento son el lugar donde estas personas desconocidas se encuentran y hablan. Las personas cuidadoras de perros necesitan este espacio. Un espacio seguro donde su perro pueda hacer ejercicio de manera regular y segura, ya que a los perros les gusta caminar, correr y socializar con otros perros. Es una parte vital para un perro que vive en un piso de Barcelona.

Lo que muchas asociaciones que trabajan para mejorar la calidad de vida de los perros, de sus responsables y del resto de ciudadanos, especialmente en el entorno urbano, piden es repensar el modelo de las áreas de esparcimiento y avanzar hacia un modelo menos segregado, teniendo en cuenta que las familias de los perros pueden tener, por ejemplo, niños y niñas que quieran jugar al mismo tiempo. Por este motivo, es necesario dirigirse hacia un modelo que acoja a los diversos colectivos en espacios de uso compartido, que se adapten a las necesidades de la vida cotidiana de cada familia.

Pero no solo eso. En este espacio, no todos los perros se sienten cómodos. Hablando con una educadora canina, nos ha comentado que las áreas de esparcimiento son adecuadas para perros de hasta 4-5 años y suelen concentrar un alto número de perros. Los perros de mayor edad se angustian, como nos angustiaríamos nosotros si nos enviaran a relajarnos dentro de una piscina de bolas en un parque infantil. Entonces, ¿a dónde van todos estos perros a los que no les gustan las áreas de esparcimiento?

Los recorridos de los perros

Cada barrio tiene una red invisible e informal de recorridos destinados a pasear al perro, que ayudan a las personas a salir de casa y hacer ejercicio diario, fomentando su salud mental y física. Los recorridos suelen ser circulares, a una distancia de 20 minutos de casa, y se eligen por sus características. Un buen recorrido es agradable e incluye una fuente de agua, muchas papeleras, espacios permeables y/o áreas verdes, buena iluminación durante la noche, aceras anchas, buena visibilidad y comercios locales «amigos de los perros». Los recorridos caninos pueden variar entre invierno y verano, ya que durante el verano se busca el sol, y durante el invierno la sombra. Los recorridos caninos se integran completamente en el modelo de la ciudad de los 15 minutos, añadiendo la capa de realizar las tareas diarias acompañado de un perro.

El modelo de ciudad de los 15 minutos tiene como objetivo crear ciudades más habitables, sostenibles y resilientes, asegurando que las personas tengan acceso a servicios y comodidades esenciales a una distancia de 15 minutos a pie o en bicicleta desde sus hogares. Los perros pueden desempeñar un papel vital en apoyar este modelo, ya que animan a las personas a caminar más y pasar más tiempo al aire libre, fomentando un estilo de vida más saludable y activo.

Las personas que acompañan a los perros suelen pasear a sus animales varias veces al día, brindándoles la oportunidad de explorar sus vecindarios locales, interactuar con otras personas y perros, y descubrir nuevos parques y espacios verdes. Como resultado, los perros pueden ayudar a las personas a descubrir y conectarse con sus comunidades, lo que puede fomentar un sentido de pertenencia y mejorar la cohesión social. Además, los perros pueden ayudar a aumentar la visibilidad y el uso de espacios públicos dentro del modelo de ciudad de los 15 minutos, como parques y cafeterías amigables con los perros. 

Los perros también pueden ser una herramienta para promover el transporte sostenible, como caminar y andar en bicicleta, lo cual puede ayudar a reducir la congestión del tráfico, la contaminación atmosférica y las emisiones de carbono. Esto puede contribuir a una ciudad más sostenible y resiliente que esté mejor equipada para enfrentar los desafíos del cambio climático.

En general, los perros pueden desempeñar un papel crucial en apoyar el modelo de ciudad de los 15 minutos, fomentando estilos de vida activos, fortaleciendo las conexiones sociales, aumentando el uso de espacios públicos y promoviendo el transporte sostenible, a través de los recorridos caninos.

Pero ¿cómo deben ser estos espacios para que sean de calidad y mejoren la convivencia?

El diseño, el mantenimiento y la implicación de la comunidad local

Los recorridos caninos, las áreas de esparcimiento y las zonas de uso compartido (ZUC) deben cumplir con ciertos criterios básicos.

En cuanto a los recorridos diarios de los perros, deben ser seguros, accesibles, con muchos árboles y superficies permeables, y contar con servicios públicos para garantizar el bienestar de los perros, de las personas que los pasean y de la comunidad en general. En cuanto a los criterios de diseño de los recorridos diarios, deben incluir:

  • Alcorques y/o superficies permeables (y no de caucho)
  • Fuentes de agua accesibles a todas las alturas de los perros
  • Papeleras y dispensadores de bolsas
  • Buena iluminación durante la noche
  • Aceras amplias para poder caminar con el perro y detenerse a socializar
  • Circulación de vehículos a velocidad mínima
  • Buena visibilidad
  • Fachadas en la planta baja con vida y comercios «dog-friendly» como la panadería, la frutería, etc.

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

19/05/2023

Escrito originalmente en:

catalán

Tags:

Vida cotidiana / Espacio público

En cuanto a las áreas de esparcimiento y las zonas de uso compartido (ZUC), la ubicación es muy importante, teniendo en cuenta la accesibilidad y el paisaje natural. El espacio no tiene que ser un rectángulo perfecto. El diseño del parque puede ser una excelente oportunidad para involucrar a los usuarios y a la comunidad local desde el principio, reflexionando sobre la transformación de una zona previamente infrautilizada o abandonada en un espacio maravilloso para la socialización y el juego.

Un proceso de diseño como este puede prever futuros problemas de convivencia, invitando a la comunidad local y a la administración a reflexionar sobre la gestión y el mantenimiento del espacio y de los recorridos que llevan a esta zona.

En cuanto al espacio destinado a los perros, debe tener:

  • Buen drenaje para evitar situaciones de barro.
  • Fuente de agua para mantener a los perros frescos.
  • Sombra para crear un espacio agradable para las personas y evitar el sobrecalentamiento durante el verano.
  • Acceso para personas con movilidad no normativa.
  • Cercado alto alrededor para que los perros no salten por encima.
  • Bancos alrededor de los árboles para que las personas puedan quedarse más tiempo y relajarse. Los bancos deben estar lejos de las entradas y salidas para que los perros no se concentren en ese lugar e intimiden a otros perros que quieran entrar.
  • Señalización de las reglas de uso del espacio en la entrada y salida.
  • Entrada de doble cierre para tener espacio para desatar al perro antes de que entre al espacio. Las puertas deben seguir los criterios de accesibilidad para personas con movilidad no normativa.
  • Estaciones de residuos y basura ubicadas en diferentes lugares del espacio para mantenerlo limpio.
  • Iluminación para aumentar la percepción de seguridad y visibilidad en el espacio, lo que extiende las horas de uso, especialmente durante el otoño y el invierno.
  • Plantas seguras para los perros. Por ejemplo, los árboles son una parte esencial del diseño de los espacios para perros. Proporcionan sombra, que los perros y las personas necesitan para evitar el sobrecalentamiento. También es esencial elegir plantas seguras para los animales. La sago palm es la planta más común que es perjudicial para los perros. Los síntomas que los perros pueden experimentar al consumir sago palm pueden causar daño hepático e incluso la muerte. Los tulipanes, el aloe y las margaritas también se encuentran entre las plantas más perjudiciales para los perros.
  • Materiales de revestimiento que no sean césped natural, ya que, por un lado, no es una opción sostenible en una ciudad mediterránea y, por otro lado, puede convertirse en un espacio húmedo y embarrado cuando llueve.
  • Zona de amortiguación entre los espacios destinados a los perros y los edificios cercanos para reducir el impacto del ruido.

En cuanto al mobiliario, es importante observar el comportamiento de los perros al aire libre e intentar incorporar elementos que les ayuden a socializar y hacer ejercicio. Por ejemplo:

  • Saltos de diferentes tamaños para ayudar a la fuerza y coordinación de los perros.
  • Plataformas a diferentes alturas para fomentar la coordinación y concentración.
  • Túneles para familiarizarlos con la navegación.
  • Puentes para ayudarles a desarrollar control, paciencia y concentración.

En cuanto a los criterios de mantenimiento, debemos tener en cuenta que si bien los perros pueden ser desordenados, no son el único factor que puede degradar un espacio. La exposición durante todo el año a elementos como la lluvia, el sol y el vandalismo puede dañar el espacio y el mobiliario. Por esta razón, es importante que los materiales y el mobiliario sean duraderos en exteriores para que la comunidad pueda disfrutarlos durante muchos años.

El ayuntamiento puede hacerse responsable del mantenimiento anual del espacio. Pero también es una buena oportunidad para que la comunidad local realice acciones de limpieza durante el año, para promover la pedagogía cívica y fomentar el sentido de propiedad del espacio. En este espacio se pueden realizar actividades grupales como tertulias, talleres, cursos, seminarios y paseos en grupo para facilitar la convivencia y la concienciación ciudadana.

Por último, es importante que la comunidad local junto con el ayuntamiento redacten un reglamento participativo sobre el uso del espacio, con normas que se puedan aplicar tanto a los espacios destinados a los perros como a los recorridos cercanos.

 

El sentimiento de responsabilidad: cuidar a tu perro y cuidar a tu comunidad.

Para concluir, tener un perro en una ciudad puede aportar numerosos beneficios tanto para la familia del perro como para la comunidad en general. En primer lugar, los perros pueden ofrecer compañía, apoyo emocional y un sentido de responsabilidad a sus familias, lo cual puede tener un impacto positivo en su salud mental y bienestar general.

Además, pasear a un perro por un espacio público puede fomentar la actividad física y ayudar a reducir el estrés y la ansiedad. Los perros tienen una forma increíble de unir a las personas, ayudando a fomentar un sentido de comunidad entre aquellos que comparten el mismo vecindario.

En cuanto a la seguridad, teniendo en cuenta que los paseos con perros se realizan en horarios en los que la mayoría de las personas ya están en casa, puede servir como disuasión para la delincuencia y proporcionar una sensación de seguridad, especialmente en áreas que de otra manera podrían percibirse como peligrosas o inseguras.

Los perros también pueden actuar como embajadores de la responsabilidad en el cuidado de los animales de compañía, ya que su comportamiento y acciones pueden ayudar a promover actitudes positivas hacia los perros y sus familias. Esto puede llevar a una mayor conciencia y respeto por los perros en los espacios públicos, lo que en última instancia puede conducir a mejores relaciones entre los perros y la comunidad. En general, tener perros en espacios públicos puede aportar muchos beneficios a la comunidad y a las familias de perros, convirtiéndose en una adición positiva a la vida urbana.

 

* Referencias

Las fiestas en el espacio público

El alma de la ciudad
Las fiestas en el espacio público

«Una parte de lo que ha caracterizado la vida en las ciudades europeas ha tenido lugar en sus espacios públicos abiertos. El espacio público no ha sido el espacio negativo de las viviendas, sino el espacio positivo de la ciudad. El espacio público ha surgido, se ha creado para ser el lugar de la asamblea, el mercado, la fiesta, la justicia, el teatro, el trabajo, el juego, el encuentro, la conversación, la religión, el carnaval, la música…» – Jan Gehl

El espacio público, como señala Jan Gehl, ha sido el telón de fondo de una vida urbana rica y diversa a lo largo de los siglos. Ha sido un lugar donde la comunidad se reúne, celebra y se convierte en parte de la historia ciudadana. En esta oda al espacio público, exploraremos la importancia del uso de este espacio para las celebraciones y fiestas, con un enfoque particular en cómo estos eventos configuran el espacio público y lo transforman en una plataforma viva para la cultura, la diversidad y la identidad colectiva.

El espacio público es más que una infraestructura urbana; es un lugar donde la vida toma forma y se comparten experiencias. Las fiestas en el espacio público enriquecen la ciudad y dan vida al imaginario colectivo. Estas celebraciones no solo configuran el espacio físico, sino que también le otorgan un nuevo significado, aprovechando las oportunidades que este ofrece.

Los eventos realizados en el espacio público se convierten en verdaderas manifestaciones de reunión y comunidad. Allí, personas de todos los rincones de la ciudad se congregan, convirtiendo a desconocidos en amigos en este ambiente festivo y de celebración. Este encuentro promueve la cohesión comunitaria y fomenta la interacción social, ya que los participantes comparten un sentimiento de unión y pertenencia a un espacio común. Las fiestas en el espacio público no son eventos aislados, sino que se convierten en puntos de encuentro y conexión entre vecinos y visitantes, tejiendo una red comunitaria que une a personas de diferentes procedencias.

Además, estos eventos también actúan como vehículos de cultura y tradición. Muchas fiestas celebradas en el espacio público están intrínsecamente ligadas a la cultura y las tradiciones locales. Desde las actuaciones musicales hasta los trajes tradicionales y los rituales específicos, estas celebraciones ayudan a preservar y transmitir el rico patrimonio cultural de la comunidad. A través de la música, la danza, las representaciones y otros elementos culturales, se destaca la identidad y el arraigo de la comunidad en sus raíces culturales, permitiendo que estas tradiciones continúen vivas y prosperen a lo largo de las generaciones.

La diversidad y la inclusión también son valores fundamentales que se ponen de manifiesto en las fiestas en el espacio público. Estas celebraciones ofrecen una oportunidad para personas de todo tipo, independientemente de su origen étnico, religión, clase social u otras características, para celebrar juntas. El espacio público se convierte en un lugar donde las diferencias se diluyen y la gente se reúne para disfrutar de un ambiente de celebración sin prejuicios ni barreras. Esta dimensión de inclusión y diversidad fomenta una comprensión más profunda y respetuosa de las diferentes culturas y promueve la convivencia pacífica y la aceptación de la pluralidad en la sociedad.

 

Ejemplos de festividades en el espacio público

Carnaval en Brasil

El espacio público se vuelve crucial para las fiestas de Carnaval en Brasil, ya que es el escenario principal donde esta celebración cobra vida y trascendencia. El Carnaval es una manifestación cultural rica y arraigada en la historia del país, con raíces en la época colonial y la interacción entre las culturas indígena, africana y europea. En este sentido, el espacio público se convierte en el área de máxima expresión de esta diversidad cultural y religiosa.

La autora Emanuelle Kierulff explora cómo las diferentes escuelas de samba ocupan y definen los espacios públicos a través de sus desfiles y fiestas, configurando así el espacio urbano y territorial de los diferentes barrios. Los desfiles de las escuelas de samba se convierten en verdaderos espectáculos públicos que utilizan las principales vías de las ciudades, poniendo en valor y reivindicando estos espacios como lugares de manifestación cultural. Además, las fiestas de Carnaval en las plazas y calles son el escenario donde los habitantes de la ciudad pueden participar y experimentar esta expresión cultural como actores directos.

En este sentido, el espacio público no es solo un mero telón de fondo para las fiestas de Carnaval, sino que se convierte en un protagonista activo que configura la identidad cultural de las comunidades locales. Esta transformación del espacio público en un lugar de celebración, encuentro y manifestación cultural es fundamental para la continuidad y evolución de esta importante festividad brasileña, y destaca la importancia del espacio público como escenario y mediador cultural en las fiestas de todo el mundo.

 

Falles en Valencia

Las Fallas de Valencia son una celebración icónica y emblemática que pone de manifiesto la importancia del espacio público en la vida y la cultura de la ciudad. Esta festividad, con sus monumentos artísticos efímeros y espectáculos pirotécnicos, se despliega en todos los rincones de Valencia y convierte el espacio público en un escenario colectivo donde se produce la comunión cultural y social. Las calles, plazas y pequeñas plazas se convierten en los lugares de encuentro donde los valencianos y visitantes se reúnen para disfrutar de esta fiesta única.

La fiesta de las Fallas, que tiene raíces antiguas y profundas conexiones con la historia de Valencia, sirve como ejemplo paradigmático de cómo el espacio público se convierte en un escenario de expresión cultural y social. Es aquí donde se manifiestan el arte, la tradición y la creatividad, ya que los artistas locales y extranjeros trabajan para construir los majestuosos monumentos que, después de unos días, serán quemados en una ceremonia de fuego espectacular. El espacio público valenciano se llena de vida y eventos culturales durante esta festividad, y las Fallas no serían lo que son sin su relación intrínseca con las calles y plazas de la ciudad.

 

Patum en Berga, Cataluña

El espacio público desempeña un papel fundamental en la celebración de la Patum de Berga, una festividad tradicional y ancestral declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. La Plaza de San Pedro y otras calles y plazas de Berga se convierten en el escenario principal donde esta fiesta cobra vida. Como menciona Richard Sennett, el espacio público es el escenario de la fiesta, el lugar donde la comunidad se reúne para celebrar juntos sus raíces culturales. La disposición y configuración del espacio público de Berga permite que las diferentes «collas» o grupos que participan en la Patum interpreten sus actuaciones y bailes tradicionales con precisión y espectacularidad. El espacio público se convierte en el alma de la fiesta, donde la interacción social y la conexión con la cultura local son posibles. Esta celebración es un ejemplo vívido de cómo el espacio público puede ser una plataforma para la preservación y la transmisión de las tradiciones culturales, conectando a las personas con su historia y las raíces de su pasado.

 

Holi, India

El espacio público en la India tiene una importancia trascendental para la celebración del Holi, el festival de colores que es una de las fiestas más icónicas del país. El Holi es una conmemoración de la primavera y la victoria del bien sobre el mal. Las calles y plazas de ciudades y pueblos se convierten en el escenario principal de esta fiesta, donde la gente se reúne para arrojar polvos de colores vibrantes, bailar, cantar y compartir alegría.

El espacio público se convierte en un lugar de encuentro y un punto focal para la comunidad durante el Holi, donde las diferencias sociales y económicas se desvanecen y las personas de todas las procedencias pueden participar en la celebración. Este evento festivo fomenta la cohesión comunitaria y ofrece la oportunidad de promover la cultura y las tradiciones propias de la India, contribuyendo a su continuidad y enriquecimiento.

El uso del espacio público durante el Holi refleja el arraigo profundo de esta fiesta en la vida cotidiana de la gente en la India. Además, el espacio público se convierte en un testigo de la diversidad y la inclusión que caracterizan esta celebración, ya que personas de diferentes procedencias se reúnen para disfrutar de una fiesta que celebra la vida, la fertilidad y la unidad. Es en el espacio público de la India donde el Holi cobra toda su plenitud y se convierte en una manifestación viva de la cultura y la identidad de este país.

 

Las cualidades del espacio público

Por lo tanto, un buen espacio público para albergar festividades o celebraciones en todo el mundo debe cumplir con varios requisitos importantes. A continuación, menciono los elementos clave necesarios:

  • Amplitud y Accesibilidad: El espacio debe ser amplio para acomodar las festividades y debe ser accesible para las personas con movilidad reducida, disponiendo de vías de acceso y salida claras para situaciones de emergencia.
  • Plataformas o Escenarios: A menudo, se necesitan plataformas o escenarios temporales para que los participantes puedan realizar sus actuaciones.
  • Iluminación Adecuada: Si el evento tiene lugar de noche, es esencial que el espacio cuente con una iluminación adecuada para garantizar la seguridad y la visibilidad.
  • Puntos de Información y Ayuda: Establecer puntos de información y ayuda con personal cualificado y orientado a atender situaciones de emergencia o a personas que puedan sentirse inseguras. Estos puntos pueden proporcionar información sobre cómo navegar de manera segura por el evento y servir como lugar de recopilación de informes de incidentes.
  • Áreas para los Espectadores: Es necesario que el espacio público disponga de áreas habilitadas para que los espectadores puedan observar las actuaciones de manera segura, sin interferir con los participantes.
  • Servicios Básicos: Deben existir servicios básicos como baños públicos, puntos de agua y servicios de emergencia (como personal médico y de seguridad) disponibles para todos los participantes.
  • Diseño Seguro: El espacio debe estar diseñado para garantizar la seguridad de los participantes y espectadores. Esto puede incluir barreras de seguridad, señalización y accesos controlados.
  • Limpieza y Recogida de Residuos: Las autoridades deben coordinar servicios de limpieza y recogida de residuos para garantizar que el espacio público se mantenga limpio y seguro durante y después del evento.
  • Accesibilidad al Transporte Público: Un buen espacio público debe ser fácilmente accesible mediante transporte público para fomentar la participación de personas de fuera de la zona.

Las fiestas en el espacio público son testimonios vivos de la cultura, la tradición y la diversidad. Estos eventos no solo configuran el espacio físico, sino que lo convierten en una plataforma para la cohesión comunitaria y la inclusión. Celebraciones como el Carnaval de Río, las Fallas de Valencia, la Patum de Berga y el Holi en la India demuestran cómo el espacio público puede ser un lugar de encuentro y celebración donde se celebra la diversidad. Estas fiestas hacen que el espacio público sea vivo, cambiante y esencial para la vida ciudadana, y recuerdan a todos que las calles no son solo para la circulación, sino para la comunidad y la cultura.

 

* Referencias 

  • Ferri, L. (2007). Las Fallas de Valencia. Un análisis desde la perspectiva urbana. Cuadernos de estudios urbanos y regionales, 8(19), 97-118.
  • Porcar, A. M. (2014). Las Fallas de Valencia y el patrimonio cultural. Apuntes desde la antropología urbana. Revista d’etnologia de Catalunya, (39), 26-35.
  • Richard Sennett, «The Uses of Disorder: Personal Identity and City Life.»
  • Patum de Berga, «Declaració de la Patum com a Patrimoni Cultural Immaterial de la Humanitat per la UNESCO.»

Foto: Konstantina Chrysostomou, 2017

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

13/10/2023

Escrito originalmente en:

catalán

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Vida cotidiana / Espacio público

«Amor y Política»: Repensando la Política desde la Sensibilidad y la Cooperación

"Amor y Política": Repensando la Política desde la Sensibilidad y la Cooperación

«La cooperación no es solo un acto de convivencia; es el motor silencioso de grandes transformaciones.»

Vivimos en un mundo donde la política a menudo parece desconectada de las emociones y de las relaciones humanas. Las políticas se formulan en entornos fríos y calculados, donde las realidades humanas a veces son tratadas como números y estadísticas. Sin embargo, Amor y política: La imprescindible sensibilidad de la política de Montserrat Moreno Marimón y Genoveva Sastre Villarrasa nos recuerda que los sentimientos, el cuidado y la empatía no son debilidades, sino componentes esenciales para construir sociedades justas y sostenibles.

¿Por qué deberíamos hablar de amor en política? Las autoras nos plantean un desafío: cuestionar el modelo político tradicional que separa la «racionalidad» de la «emoción». Durante décadas, hemos sido condicionadas a creer que los asuntos públicos deben gestionarse sin «sentimentalismos». Sin embargo, como señala el libro, esta idea ignora una verdad esencial: las personas somos seres emocionales. Negar el papel de las emociones en la vida política a menudo conduce a la apatía, la injusticia y la desconexión entre las instituciones públicas y las personas a las que deben servir.

El libro argumenta que el amor y la cooperación no son asuntos privados, sino herramientas colectivas para la transformación. Según las autoras, «la cooperación es la propiedad esencial de la vida». Desde las formas de vida más simples hasta las organizaciones humanas más complejas, la cooperación siempre ha sido el motor de la supervivencia y el progreso. Esta verdad biológica y social desafía directamente las narrativas competitivas e individualistas que dominan los sistemas políticos contemporáneos.

En el corazón de su argumentación se encuentra la idea de que una buena gobernanza requiere sensibilidad emocional. Las autoras afirman que, sin una comprensión profunda de las propias emociones y las de las demás, el ejercicio del poder se vuelve desconectado y, en muchos casos, injusto. Las lideresas y líderes que ignoran las realidades emocionales de sus comunidades corren el riesgo de crear políticas que no abordan las necesidades reales. La empatía, entonces, se convierte en la piedra angular de un liderazgo justo. «No podemos esperar que nadie gobierne adecuadamente,» escriben las autoras, «si carece de sensibilidad emocional, porque esa insensibilidad se traduce en decisiones que aumentan el sufrimiento.»

Esta idea tiene profundas implicaciones para la gobernanza participativa. Un sistema político que abraza la cooperación en lugar de la competencia fomenta vínculos comunitarios más fuertes y procesos de toma de decisiones más inclusivos. El libro reclama espacios de diálogo donde se escuchen y valoren perspectivas diversas. Por el contrario, cuando el diálogo está ausente o es superficial, la desconfianza y la división crecen.

Otra crítica poderosa que realizan las autoras es contra el mito del amor romántico como un constructo aislado e idealizado. Argumentan que nuestra cultura a menudo confina el amor al ámbito privado, presentándolo como algo reservado a la familia y las relaciones íntimas. Esta narrativa puede ser limitante. El libro nos invita a ampliar nuestra comprensión del amor como una práctica colectiva arraigada en el cuidado mutuo, la solidaridad y el compromiso con el bien común. El «amor político» no es sentimentalismo; es una fuerza activa que fomenta la confianza, la resiliencia y la justicia dentro de las comunidades. Imaginemos políticas públicas modeladas por el amor en su sentido más amplio: políticas que prioricen el cuidado, la vivienda, la educación y el bienestar por encima del lucro o las dinámicas de poder.

Un elemento clave de esta discusión es el papel de la perspectiva de género y las estructuras patriarcales que históricamente han descartado el cuidado y las emociones como «femeninas» y, por lo tanto, menos importantes. El patriarcado no solo dicta la exclusión de las emociones del discurso político, sino que también refuerza jerarquías que minimizan a las mujeres y a cualquier persona asociada con roles de cuidado. Las autoras enfatizan que abrazar las emociones en política no se trata simplemente de «humanizar» la vida pública; se trata de desmantelar un sistema que equipara la fortaleza con la dominación y el cuidado con la debilidad. Una perspectiva de género nos permite ver cómo la inteligencia emocional puede ser una forma de resistencia, desafiando las narrativas que han mantenido muchas voces al margen del poder. Al reconocer que el cuidado, la empatía y la cooperación son fortalezas, podemos comenzar a transformar la cultura política para promover la inclusión y la igualdad.

Las autoras también exploran los peligros de la represión emocional en política. Cuando las emociones se excluyen del discurso político, el resultado a menudo es la perpetuación de normas patriarcales que descartan la compasión y el cuidado como «debilidades». Esta represión de la inteligencia emocional no solo afecta la capacidad de quienes gobiernan para tomar decisiones justas, sino que también aliena a la ciudadanía, que se siente invisibilizada e ignorada. El libro argumenta que reconocer las emociones no es solo necesario para el bienestar personal, sino también para la salud de las instituciones democráticas.

Uno de los aspectos más inspiradores de Amor y Política es su visión de la transformación colectiva. Las autoras nos recuerdan que el cambio social es posible cuando abrazamos la cooperación como una forma de fortaleza. Señalan movimientos históricos impulsados por la solidaridad y una visión compartida: movimientos que desafiaron sistemas opresivos no con fuerza bruta, sino con creatividad, empatía y perseverancia.

Finalmente, Amor y Política nos invita a repensar nuestra aproximación al poder, los espacios públicos y las relaciones humanas. ¿Cómo gestionamos los conflictos en nuestros espacios compartidos? ¿Fomentamos un diálogo abierto o imponemos nuestras opiniones? ¿Estamos cultivando una cultura política donde todas las personas se sientan incluidas y valoradas, o estamos reforzando sistemas de exclusión y control?

Este libro no es solo un ensayo; es un manifiesto para un enfoque más humano y creativo de la política. La verdadera transformación comienza cuando entendemos que el poder no es una posesión individual, sino una construcción colectiva. Si queremos una sociedad más justa, necesitamos líderes y comunidades que encarnen sensibilidad, ética y cooperación en sus acciones.

Leer Amor y Política nos deja con una pregunta fundamental: ¿Y si el acto revolucionario más grande fuera cuidar?

En una época marcada por la fragmentación social y la incertidumbre, este libro se siente como un llamado urgente a reconstruir la política desde un lugar de conexión, humanidad y esperanza. Nos desafía a liderar con empatía, fomentar la cooperación en lugar de la competencia y a imaginar la política como una expresión del amor en acción.

 

* Referencias

  • Amor y política: la imprescindible sensibilidad de la política. Montserrat Moreno i Marimón, Genoveva Sastre Vilarrasa. Icaria, 2015. ISBN 978-84-9888-669-6.

 

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

06/01/2025

Escrito originalmente en:

inglés

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Vida cotidiana / Espacio público

El espacio público como memoria viva

El espacio público como memoria viva

Este artículo se basa en una charla presentada en un evento centrado en la memoria, la identidad y la comunidad. La presentación exploró cómo los barrios no son solo espacios físicos, sino relatos vivos configurados por las personas que los habitan.

Los barrios funcionan como palimpsestos: espacios donde cada generación deja una capa, una huella, un recuerdo. Pero… ¿qué es un palimpsesto? Es un documento que se ha reescrito varias veces, dejando visibles los rastros de las inscripciones anteriores. De la misma manera, los barrios son manuscritos vivos construidos con historias del pasado y del presente que se superponen.

El relato de un barrio cobra vida a través de sus habitantes: su diversidad, sus historias y sus memorias compartidas, que transforman los lugares en escenarios llenos de significado.

 

Recuerdos que definen los espacios

El significado de un lugar a menudo va más allá de sus atributos físicos. Puede ser una plaza llena de conversaciones, una tienda de toda la vida con décadas de historia o una calle tranquila recorrida innumerables veces. Estos espacios evocan recuerdos sensoriales: el olor del pan recién hecho, el sonido de niños jugando o el repique lejano de las campanas.

Estos lugares se convierten en depósitos de memoria colectiva. Guardan historias, emociones y experiencias que conforman la identidad de la comunidad. Al mismo tiempo, el entorno construido también deja una huella en las personas residentes. Detalles arquitectónicos como fachadas ornamentadas, farolas de hierro forjado o árboles centenarios son fragmentos de la memoria material de un barrio. Cuando estos elementos desaparecen, se pierden capítulos enteros de la historia colectiva.

 

Memoria visible e invisible

La identidad de un barrio se construye a partir de las experiencias compartidas. Es un relato colectivo compuesto por pequeños momentos con gran significado: la primera fiesta local vivida, los juegos infantiles bajo un árbol familiar o las conversaciones al aire libre en el portal.

Existen dos tipos de memoria que definen una comunidad:

  • La memoria visible consiste en elementos físicos fácilmente reconocibles: edificios históricos, calles con nombres de figuras relevantes y monumentos que han presenciado el paso de generaciones.
  • La memoria invisible es más sutil, pero igualmente relevante. Se encuentra en las sonrisas en la tienda del barrio, en la música que se escucha durante las celebraciones y en los aromas de los platos tradicionales preparados durante los encuentros vecinales.

La identidad colectiva de un barrio se puede comparar con una manta de retazos, donde cada vecina y vecino cose una pieza única con sus colores, texturas e historias. Con el tiempo, esta manta crece y une a la comunidad, envolviéndola en la memoria compartida.

 

Los barrios como patrimonio vivo

El patrimonio no se limita a las estructuras físicas, sino que también incluye los elementos intangibles que dan forma a la vida cotidiana. Al igual que una receta tradicional puede adaptarse con nuevos ingredientes y mantener su esencia, la identidad de un barrio evoluciona mientras preserva sus valores fundamentales.

Los espacios revitalizados, como plazas renovadas o antiguos recintos industriales convertidos en centros culturales o parques, demuestran que el entorno construido puede cambiar sin perder su vínculo con el pasado. Cuando estas transformaciones se hacen con respeto y con la implicación de la comunidad, se convierten en puentes entre la memoria y la modernidad.

 

El papel de la comunidad en la memoria colectiva

La creación de una identidad colectiva es un proceso colaborativo. Ningún barrio nace con una identidad predefinida: se construye con el tiempo, gracias a las personas que lo habitan y a sus experiencias compartidas. Los eventos comunitarios, las fiestas populares y los esfuerzos por mejorar los espacios públicos son hilos que tejen el relato del barrio.

Sin embargo, la preservación y transformación de estos espacios no es responsabilidad exclusiva de arquitectos o urbanistas. La comunidad desempeña un papel central al decidir qué debe preservarse, qué debe repensarse y cómo se pueden dar nuevos significados a los espacios compartidos. Este proceso participativo fortalece los lazos sociales y refuerza la memoria colectiva de la comunidad.

Algunas preguntas clave para guiar esta reflexión podrían ser:

  • ¿Qué lugares del barrio se consideran irrenunciables?
  • ¿Qué espacios tienen potencial para contar nuevas historias si se restauran o revitalizan?
  • ¿Qué narrativas deben transmitirse a las futuras generaciones?

Cada decisión, ya sea individual o colectiva, contribuye a la memoria futura del barrio.

 

Fortalecer las raíces comunitarias a través de la memoria

Un barrio puede verse como un manuscrito vivo donde las generaciones pasadas han escrito su historia y donde las personas que lo habitan hoy continúan añadiendo nuevos capítulos.

La resiliencia de una comunidad depende de la fortaleza de sus raíces: su memoria colectiva. Unas raíces profundas y bien cuidadas crean una base para barrios vivos e inclusivos. La protección de los espacios, la celebración de las tradiciones y el fomento de los lazos sociales refuerzan el sentido de pertenencia y la identidad colectiva.

La memoria y la identidad colectivas son como las raíces de un árbol. Puede que no se vean, pero sostienen todo lo que hay en la superficie. Cuanto más fuertes y cuidadas están estas raíces, más resiliente es la comunidad.

Preservar y dar forma al relato de un barrio no es solo una práctica de conservación patrimonial: es una inversión en el tejido social del presente y un regalo para las generaciones futuras.

 

* Referencias

  • Amin Maalouf (2001), In the Name of Identity: Violence and the Need to Belong, Arcade Publishing
  • Foto: Konstantina Chrysostomou

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

15/01/2025

Escrito originalmente en:

inglés

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Vida cotidiana / Espacio público

¿Para quién diseñamos las ciudades?

¿Para quién diseñamos las ciudades?

Las ciudades del futuro no se definen solo por los rascacielos, la innovación tecnológica o las iniciativas verdes. Se definen por las personas: la diversidad, la complejidad y el tejido cambiante de quienes las habitarán. Como arquitectas y urbanistas sociales, nuestra tarea no es solo planificar y construir, sino entender profundamente para quién estamos diseñando. Este entendimiento marca cada decisión que tomamos y nos obliga a preguntarnos: ¿cómo podemos crear espacios que resuenen con las experiencias de vida de todas las personas?

Una nueva demografía urbana

El panorama demográfico de las ciudades está cambiando rápidamente. La migración, el envejecimiento de la población y la evolución de los modelos familiares están transformando las comunidades urbanas. Según Naciones Unidas, para 2050, cerca del 68 % de la población mundial vivirá en zonas urbanas, muchas de ellas impulsadas por el cambio climático, los conflictos y las oportunidades económicas. Francesca Tur Serra, en un reciente foro, lo resumió diciendo: «Nos dirigimos hacia un mundo de habitantes urbanos interculturales, no normativos, buscadores de salud y aumentados.» Estos cambios exigen ciudades flexibles, inclusivas y adaptables.

Las personas migrantes aportan una gran riqueza cultural, pero también ponen de manifiesto la necesidad urgente de espacios que fomenten la cohesión social. Proyectos como Kitchen Square en Estocolmo, donde una plaza pública se convirtió en una cocina al aire libre para compartir comidas, ejemplifican cómo el diseño puede construir puentes culturales. El objetivo es claro: «¿Cómo podemos cultivar una sociedad donde la diferencia sea vista como una oportunidad para enriquecernos mutuamente?» se preguntaba Tur Serra.

Repensar las normas

Los modelos familiares tradicionales y los patrones laborales están evolucionando. Cada vez más, las ciudades albergan hogares unipersonales, parejas sin hijos y personas que buscan vivir en modelos multigeneracionales o comunitarios. Esto requiere nuevos modelos de vivienda: apartamentos compactos, espacios de cohousing y barrios adaptables a diversos estilos de vida.

Los lugares de trabajo también están cambiando. El teletrabajo, los horarios flexibles y el nomadismo digital están redefiniendo cómo diseñamos los espacios urbanos. Edificios de oficinas desocupados pueden convertirse en centros comunitarios, guarderías o vivienda asequible. «Las ciudades deben evolucionar para responder a estas realidades no normativas,» destacó Tur Serra.

La salud como prioridad en el diseño

El habitante urbano del futuro busca un bienestar integral: físico, mental y social. La soledad, un problema creciente, requiere intervenciones creativas. Iniciativas como los Chat Benches, bancos que invitan a desconocidos a conversar, o parques diseñados para practicar tai chi y ejercicio comunitario, ejemplifican cómo los espacios públicos pueden combatir el aislamiento.

Además, el envejecimiento de la población nos plantea repensar la accesibilidad y el propósito de los espacios. Programas compartidos donde las personas mayores cuidan a niños o gestionan espacios comunitarios generan conexiones intergeneracionales y ofrecen un nuevo sentido de comunidad.

Equilibrar tecnología y tradición

Aunque la tecnología es omnipresente, debe ser una herramienta al servicio de las personas, no un dictador. Ciudades equipadas con tecnología accesible y discreta pueden mejorar la vida diaria: desde infraestructuras basadas en IA hasta herramientas compartidas. Pero, como señaló Tur Serra, «también necesitamos espacios libres de tecnología, donde las personas puedan reconectarse con las tradiciones y entre ellas.»

El ejemplo finlandés de una isla libre de teléfonos ilustra este equilibrio. Los espacios urbanos deben ofrecer zonas hiperconectadas, pero también «zonas de desconexión,» donde la interacción humana sea la protagonista.

Diseñar con ética y optimismo

«Las personas no solo son habitantes de las ciudades; son agentes de cambio,» dijo Berta Segura Agulló. Esta reflexión subraya la responsabilidad ética que tenemos como urbanistas. Debemos involucrar a las comunidades en la toma de decisiones, reconociendo su experiencia vivida. Incorporar voces diversas asegura que las ciudades no solo sean funcionales, sino también justas e inspiradoras.

El optimismo es clave. «Las ciudades necesitan optimismo,» dijo Tur Serra. Diseñar con una mentalidad de futuro nos permite abordar los desafíos actuales mientras abrazamos las oportunidades que vendrán.

¿Para quién diseñamos?

En última instancia, diseñamos para todas las personas: la persona migrante, la madre o el padre soltero, la persona mayor jubilada o el nómada digital. Nuestro trabajo no consiste en imponer soluciones, sino en facilitar vidas, fomentar conexiones y nutrir un sentido de pertenencia. Al avanzar hacia el futuro, recordemos las palabras de la urbanista Jane Jacobs: «Las ciudades tienen la capacidad de proporcionar algo para todos, solo porque, y solo cuando, son creadas por todos.»

Al dar forma a las ciudades del mañana, debemos escuchar, adaptarnos y liderar con humildad y esperanza. El futuro urbano depende no solo de lo que construimos, sino de cómo incluimos, empoderamos e inspiramos a las personas que lo habitarán.

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

10/11/2024

Escrito originalmente en:

inglés

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Vida cotidiana / Espacio público

Ética y buen gobierno

Ética y buen gobierno: los pilares de la democracia en el siglo XXI

El siglo XXI se caracteriza por un rápido avance tecnológico, transformaciones sociales y una creciente complejidad geopolítica. En este contexto, los principios de ética y buen gobierno no son solo ideales abstractos; son la estructura que sostiene las democracias funcionales y las sociedades resilientes. Este enfoque crítico fue el eje de la ceremonia de clausura institucional de la Capital Europea de la Democracia, donde un panel de expertos exploró cómo los marcos éticos y los modelos de gobernanza dan forma al presente y al futuro de los sistemas democráticos.

 

Ética: La Brújula Moral del Progreso

A menudo se considera que la ética es un ámbito abstracto reservado para filósofos y teóricos morales. Sin embargo, como destacó Begoña Román, presidenta del Comité de Ética de los Servicios Sociales de Cataluña, la ética es profundamente pragmática. “La ética no trata de una perfección abstracta, sino de crear las condiciones para vivir bien juntos”, afirmó. En un mundo donde las instituciones enfrentan con frecuencia la erosión de la confianza pública, la ética proporciona un marco para reconstruir las conexiones entre gobiernos, organizaciones y ciudadanía.

Román subrayó que la gobernanza ética no se trata de neutralidad o imparcialidad, sino de reconocer los valores y compromisos compartidos que unen a las sociedades. “A menudo confundimos imparcialidad con neutralidad”, comentó. “La verdadera imparcialidad implica el coraje de defender lo correcto, incluso cuando es incómodo”. Este enfoque destaca que la gobernanza ética no es pasiva; da forma activamente a las estructuras dentro de las cuales se toman decisiones, asegurando que se alineen con la justicia, la equidad y el bien común.

 

Buen Gobierno: Un Requisito para la Confianza

La democracia prospera gracias a la confianza. Sin embargo, como destacó David Velázquez, exjuez y experto en compliance, esta confianza es frágil y debe ganarse mediante una gobernanza transparente, responsable e inclusiva. “La integridad pública y privada no pueden existir en silos”, afirmó Velázquez. Señaló la evolución de los marcos de gobernanza de la Unión Europea, como las directivas sobre contratación pública y protección de denunciantes, que buscan estandarizar la transparencia y la equidad entre los estados miembros.

La necesidad de buen gobierno es aún más urgente en una era de interdependencia global. Velázquez enfatizó los desafíos de armonizar regulaciones a través de fronteras, subrayando que la gobernanza inconsistente crea vulnerabilidades que son explotadas por la corrupción y los actores de mala fe. Destacó la importancia de asociaciones público-privadas basadas en compromisos éticos: “La integridad no es opcional; es el fundamento de una cooperación sostenible”.

El buen gobierno también requiere que las instituciones sean adaptables. Como señaló Román: “Vivimos en una época de aceleración y volatilidad. Las instituciones deben ser estables, pero lo suficientemente flexibles para responder a cambios rápidos sin perder su orientación ética”. Este doble mandato—estabilidad y adaptabilidad—refleja las complejas demandas de la gobernanza en un mundo cada vez más moldeado por crisis como el cambio climático y la desigualdad social.

 

Implicaciones para Urbanistas y Arquitectos Sociales

Para los urbanistas y arquitectos sociales, los principios de ética y buen gobierno resuenan profundamente. Las ciudades no son meramente espacios físicos; son escenarios donde convergen poder, políticas y participación. Las decisiones sobre diseño y desarrollo urbano tienen profundas implicaciones para la democracia, la equidad y la inclusión.

En esencia, el urbanismo ético nos desafía a preguntarnos: ¿Para quién son las ciudades? ¿Qué voces se priorizan en los procesos de planificación y diseño? Las respuestas a estas preguntas revelan el tejido moral de nuestros entornos urbanos. El diseño inclusivo no es solo una elección técnica; es un imperativo democrático. Los espacios públicos, la vivienda, el transporte y la infraestructura verde deben diseñarse para reflejar y servir a comunidades diversas.

Por ejemplo, el diseño de viviendas públicas no debe limitarse a satisfacer la necesidad de refugio; también debe promover la dignidad y la cohesión social. Los parques y plazas públicas no solo deben ser estéticamente agradables, sino también accesibles y acogedores para los grupos marginados. Estas decisiones, aunque aparentemente mundanas, tienen efectos en cadena sobre cómo se vive la democracia en la vida cotidiana.

Además, como urbanistas, debemos lidiar con las dinámicas de poder que están integradas en nuestro trabajo. El desarrollo urbano a menudo intersecta con cuestiones de desplazamiento, gentrificación y justicia ambiental. El buen gobierno en el urbanismo requiere transparencia en la toma de decisiones, una participación comunitaria significativa y mecanismos de rendición de cuentas para prevenir daños.

 

Las Intersecciones de Ética, Gobernanza y Democracia

La intersección de ética y gobernanza es quizás más visible en cómo abordamos las desigualdades sistémicas. Como observó Román: “La verdadera prueba de la gobernanza es cómo sirve a quienes tienen menos poder”. Las democracias no se evalúan por cómo atienden a la mayoría, sino por cómo protegen los derechos y la dignidad de las minorías, los grupos marginados y las generaciones futuras.

Velázquez añadió otra dimensión a esta conversación, enfatizando el papel de los mecanismos de compliance en la implementación de una gobernanza ética. “La gobernanza no se trata solo de reglas; se trata de crear sistemas que permitan la rendición de cuentas”, afirmó. Señaló las protecciones a los denunciantes como un ejemplo de cómo la gobernanza puede empoderar a los individuos para desafiar la corrupción y las malas prácticas, fortaleciendo así las instituciones democráticas.

 

 

Una Llamada a la Acción

La ética y el buen gobierno no son ideales abstractos: son marcos accionables que influyen en todos los aspectos de la sociedad, desde la formulación de políticas hasta la planificación urbana. Para quienes damos forma al entorno construido, estos principios nos recuerdan que nuestro trabajo es profundamente político. Las decisiones que tomamos sobre el uso del suelo, la zonificación y la infraestructura son decisiones sobre quién tiene poder, quién tiene acceso y quién pertenece.

La ceremonia de clausura de la Capital Europea de la Democracia concluyó con una reflexión que encapsula este ethos: “La ética debe triunfar, porque es el fundamento del buen gobierno y la promesa de una sociedad justa”. En el siglo XXI, los desafíos que enfrentamos—crisis climáticas, fragmentación social y disrupción tecnológica—demandan no solo soluciones técnicas, sino también claridad moral.

Como arquitectos, urbanistas y ciudadanos, estamos llamados a contribuir a un proyecto compartido: construir comunidades donde la democracia no sea solo un sistema de gobernanza, sino una realidad vivida. Para lograrlo, debemos priorizar la ética y el buen gobierno, reconociendo que no son fines en sí mismos, sino medios para un futuro donde todos puedan prosperar.

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

15/11/2024

Escrito originalmente en:


inglés

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Vida cotidiana / Espacio público

Por qué la mitigación climática en las ciudades mediterráneas es más esencial que nunca


Por qué la mitigación climática en las ciudades mediterráneas es más esencial que nunca

La reciente tormenta DANA que azotó la región de Valencia ha sido un recordatorio de los crecientes riesgos climáticos a los que se enfrentan nuestras ciudades mediterráneas. Las graves inundaciones interrumpieron la vida cotidiana, dañaron viviendas y dejaron a comunidades enteras luchando por recuperarse. Lamentamos profundamente las dificultades que las personas han sufrido como consecuencia de estos fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes en la cuenca mediterránea, una región especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático, como sequías prolongadas, olas de calor intensas, aumento del nivel del mar e inundaciones repentinas. Esta realidad exige un cambio profundo en cómo planificamos, construimos y protegemos nuestros espacios urbanos.

Abordar el cambio climático en las ciudades mediterráneas requiere más que reforzar la infraestructura; exige una reimaginación de los espacios públicos como centros resilientes, adaptables e inclusivos para la vida comunitaria. Dada la alta exposición de la región a los riesgos ambientales, una mitigación climática efectiva demanda estrategias innovadoras como infraestructura verde, paisajes absorbentes y diseños resistentes al calor que proporcionen sombra y frescor en áreas densamente pobladas. Más allá de las mejoras físicas, la dimensión humana es igualmente vital: la cooperación y la participación ciudadana son fundamentales para crear áreas urbanas que realmente sirvan a todas las personas.

La verdadera resiliencia nace de la colaboración comunitaria, donde las voces locales desempeñan un papel activo en la configuración y el mantenimiento de sus entornos. Involucrar a las personas residentes en el desarrollo de estrategias urbanas fomenta un compromiso colectivo hacia los espacios compartidos y promueve el cuidado ambiental. A través de iniciativas como proyectos de reverdecimiento liderados por la comunidad, sistemas sostenibles de gestión de agua y el rediseño de espacios públicos priorizando la accesibilidad y la seguridad, las ciudades pueden adaptarse de maneras prácticas y profundamente alineadas con los valores y necesidades de la comunidad. Cuando estos esfuerzos se informan con pedagogía urbana—donde les ciudadanes aprenden sobre y participan activamente en el proceso de planificación urbana—el resultado son ciudades más sostenibles y resilientes, listas para enfrentar los desafíos futuros.

El clima único del Mediterráneo exige que consideremos las necesidades específicas de los diversos grupos dentro de nuestras ciudades. La planificación de resiliencia en esta región debe incluir diversas perspectivas, desde necesidades de género e interculturales hasta accesibilidad y requisitos de infancia. Los espacios públicos deben diseñarse no solo para soportar tensiones ambientales, sino para servir como puntos de encuentro donde todas las personas se sientan seguras, bienvenidas y conectadas con su comunidad. Integrando estas perspectivas, podemos crear un sentido de propiedad compartida que fomente la cohesión social, el bienestar mental y la salud física.

Además, al fortalecer los lazos sociales, los esfuerzos de resiliencia urbana inclusiva amplifican la capacidad de las ciudades mediterráneas para resistir y recuperarse de los impactos climáticos. Los enfoques basados en el lugar, impulsados por la comunidad, cultivan la confianza y un sentido de responsabilidad hacia los espacios públicos, empoderando a las personas residentes para actuar como guardianes de su entorno. Este enfoque holístico del diseño urbano significa que las ciudades pueden ofrecer espacios que son adaptables, receptivos y alineados con las necesidades de quienes más los utilizan. Cuando las estrategias urbanas incluyen voces diversas, las ciudades se vuelven más que resilientes; evolucionan hacia entornos que enriquecen la calidad de vida a través de la seguridad, la accesibilidad y la conexión.

Cada paso hacia una ciudad mediterránea más resiliente al clima es un paso hacia la preservación de nuestras comunidades para las generaciones futuras. Este trabajo no solo es ambientalmente responsable, sino vital para proteger la salud, la seguridad y la calidad de vida de nuestres vecines, familiares y residentes futuros. Las ciudades mediterráneas que priorizan a las personas, el lugar y el planeta por igual se convertirán en modelos de vida urbana sostenible, donde la adaptación al clima se encuentra con la inclusión social. Con cada iniciativa impulsada por la comunidad, construimos una base de resiliencia que permite a nuestras ciudades enfrentar los desafíos climáticos, al tiempo que fomenta un espíritu de unidad, pertenencia y propósito compartido.

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

31/10/2024

Escrito originalmente en:


inglés

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Vida cotidiana / Movilidad

sostenible / Biodiversidad /

Espacio público

Proteger la Democracia a través de la Democracia Participativa y los Movimientos Sociales

Proteger la Democracia a través de la Democracia Participativa y los Movimientos Sociales

La democracia a menudo se reduce al acto de votar: elegir representantes que hablen en nombre de la ciudadanía y esperar hasta el siguiente ciclo electoral para volver a hacer oír nuestras voces. Sin embargo, la democracia en su forma más auténtica debe ir mucho más allá de las urnas. Requiere la participación activa de la ciudadanía en los procesos de toma de decisiones y debe estar arraigada en las experiencias y luchas cotidianas de las personas. Los movimientos sociales, en particular, han jugado históricamente un papel vital en la expansión del proceso democrático y en asegurar que este siga vivo, dinámico e inclusivo.

Recientemente, tuve la oportunidad de asistir a la Bienal de Pensamiento en Barcelona, donde escuché debates muy interesantes sobre la importancia de proteger la democracia y el papel que la democracia participativa juega en este esfuerzo. Ponentes como Donatella Della Porta, Amador Fernández-Savater y Claudia Delso Carreira ofrecieron valiosas reflexiones sobre cómo podemos fortalecer los procesos democráticos fomentando una mayor implicación ciudadana y la acción colectiva. Sus reflexiones reforzaron la idea de que la democracia participativa no es solo un concepto teórico, sino una necesidad práctica frente a las crecientes amenazas a los sistemas democráticos en todo el mundo.

 

Los límites de la Democracia Representativa

La democracia representativa, aunque es un pilar esencial de la gobernanza moderna, a menudo es insuficiente para abordar las complejidades y desigualdades que existen dentro de la sociedad. Las elecciones pueden desconectarse fácilmente de las realidades de los grupos marginados—ya sea por razones de género, clase, raza u orientación sexual. Los movimientos sociales, por otro lado, llevan estas voces marginadas al centro de la atención. Como señaló una persona ponente, «Existen muchas dinámicas de poder que humillan ciertos cuerpos», destacando cómo la opresión sistémica se dirige a grupos particulares. Las estructuras democráticas tradicionales pueden pasar por alto estos problemas, pero los movimientos sociales crean espacios donde quienes han sido silenciados pueden ser escuchados.

La democracia participativa ofrece un marco para transformar estas frustraciones en acción. No se trata solo de votar cada pocos años, sino de involucrarse directamente con los temas que más importan a las personas. Se trata de diálogo, resolución colectiva de problemas y la formación de alianzas entre sectores diversos de la sociedad. Este proceso de «inventar una identidad y formar alianzas con personas diferentes a ti» refleja un compromiso democrático más profundo, uno que permite el desarrollo de una sociedad más inclusiva.

 

El papel de los movimientos sociales en la expansión de la democracia

Los movimientos sociales siempre han estado en el corazón de la transformación democrática. Desde los derechos laborales hasta el sufragio femenino, desde los derechos civiles hasta la justicia ambiental, los movimientos nacen de la necesidad de abordar las injusticias e impulsar el cambio. Estos movimientos hacen más que exigir reformas; desafían las estructuras mismas que perpetúan la desigualdad y ofrecen visiones alternativas de gobernanza y comunidad.

En los últimos años, movimientos como el Sindicato de Inquilinas y otras iniciativas de base en todo el mundo han demostrado el poder de la acción colectiva. Un ejemplo significativo proviene de Bolivia, donde un museo impulsado por la comunidad desafía las narrativas coloniales al involucrar a las comunidades indígenas como coautoras de las exhibiciones del museo. Este enfoque participativo rompe las dinámicas de poder tradicionales y transforma la forma en que se produce y comparte el conocimiento. Como observó una persona ponente, «Debemos aprender a escuchar con respeto, observar y cambiar las prácticas establecidas que perpetúan la dominación.»

Al ir más allá de los límites establecidos por la democracia representativa, los movimientos sociales nos recuerdan que la democracia no es estática. Debe ser trabajada y protegida constantemente. Estos movimientos tienen el potencial de reconfigurar los espacios públicos, crear instituciones más equitativas e involucrar a la ciudadanía de maneras significativas. Actúan como incubadoras vitales para la innovación democrática y someten al poder a control cuando las estructuras políticas tradicionales fallan.

 

La Democracia Participativa como Antídoto frente al Sistema Impulsado por el Mercado

Uno de los principales desafíos que enfrenta la democracia hoy en día es la creciente influencia de las fuerzas neoliberales de mercado que priorizan el beneficio sobre las personas. El dominio del sistema de mercado se ha infiltrado en todos los aspectos de la vida, incluidas las instituciones democráticas, convirtiendo a la ciudadanía en consumidora en lugar de participantes activas. En respuesta, los movimientos sociales y la democracia participativa ofrecen una vía para recuperar el espacio público del control de la lógica de mercado.

Como señaló otra persona comentarista, vivimos en un momento en que «la vida de mercado fomenta el comportamiento egoísta», pero nuestra misma naturaleza como seres humanos se basa en la cooperación. La democracia participativa, cuando se practica plenamente, reúne a las personas en un espacio compartido donde la cooperación, y no la competencia, se convierte en el principio rector.

En este sentido, la democracia no es solo una herramienta de gobernanza, sino un espacio para construir comunidad y solidaridad. Proporciona una alternativa a la noción neoliberal de individualismo, poniendo el acento en el bienestar colectivo. La idea de que «nuestras células están diseñadas para cooperar» desafía la creencia de que la democracia debe estructurarse en torno a la competencia y las luchas por el poder. La democracia participativa exige inclusividad, deliberación y responsabilidad compartida por el bien común.

 

Proteger la Democracia ante las Políticas Reactivas

El aumento de los movimientos de extrema derecha y de líderes populistas en todo el mundo representa una amenaza significativa para la democracia. Estas fuerzas reactivas a menudo apelan a los miedos de las personas, manipulándolas con desinformación y xenofobia. Sin embargo, los movimientos sociales pueden actuar como una fuerza contraria al promover un diálogo informado y empático. El crecimiento de movimientos que desafían el dominio corporativo en la educación, la salud y la vivienda demuestra que la ciudadanía no está dispuesta a aceptar pasivamente estas amenazas a su bienestar.

Pero para que estos movimientos sean efectivos, deben ir más allá de la mera crítica al sistema. La crítica es importante, pero como señala una persona académica, «La crítica es una manera de no querer que nada cambie.» En lugar de limitarse a señalar lo que no funciona, los movimientos deben centrarse en construir algo mejor, creando espacios donde las personas puedan imaginar y construir nuevos futuros.

Es crucial que los movimientos sociales continúen ampliando el significado de la democracia más allá de sus limitaciones institucionales. La democracia no debe limitarse a votar cada pocos años o a las decisiones de unas pocas personas electas. La verdadera democracia requiere un compromiso continuo y la protección de espacios donde la ciudadanía pueda colaborar, desafiar el poder y trabajar por el bien común.

 

El Futuro de la Democracia: Construir un Proyecto Colectivo

Los desafíos que enfrenta la democracia hoy en día son inmensos, pero también lo son las oportunidades. A medida que los movimientos sociales de todo el mundo continúan movilizándose, están demostrando que la democracia puede ser más que un conjunto de procedimientos o instituciones, puede ser un proceso vibrante y participativo arraigado en la vida cotidiana de la ciudadanía.

Aprovechando las lecciones de los movimientos pasados y presentes, debemos seguir ampliando el alcance de la democracia, asegurándonos de que se vuelva más inclusiva, equitativa y receptiva a las necesidades de todas las personas. Como dijo una persona ponente, «La transformación no es solo sobre el contenido, sino sobre las maneras de hacer las cosas.» Debemos repensar cómo practicamos la democracia, y esto comienza por adoptar métodos participativos que empoderen a la ciudadanía para asumir un papel activo en la configuración del mundo que les rodea.

En conclusión, proteger la democracia requiere mucho más que salvaguardar elecciones o instituciones políticas, exige fomentar una cultura de participación, donde voces diversas puedan reunirse, compartir sus historias y construir nuevas formas de solidaridad. Los movimientos sociales seguirán siendo el motor de esta transformación, y a través de ellos, podemos construir una democracia que realmente funcione para todas las personas.

Citas:

  • «La cooperación no es solo una herramienta de resistencia, sino una parte fundamental de nuestra naturaleza humana; así es como hemos superado la adversidad a lo largo del tiempo.»
  • «La transformación no es solo sobre el contenido, sino sobre las maneras de hacer las cosas.»
  • «Debemos aprender a escuchar con respeto, observar y cambiar las prácticas establecidas que perpetúan la dominación.»
  • «La crítica es una manera de no querer que nada cambie. El verdadero desafío es construir espacios donde podamos imaginar y crear futuros mejores.»
  • «La vida de mercado fomenta el egoísmo, pero nuestra naturaleza humana está diseñada para la cooperación.»

En un mundo donde la democracia enfrenta amenazas constantes, los movimientos sociales y la democracia participativa siguen siendo vitales para mantenerla viva y significativa.

Palabras de:

Konstantina Chrysostomou

Fecha de publicación:

14/10/2024

Escrito originalmente en:

inglés

Tags:

Vida cotidiana / Espacio público

Como el cuello infinito

Como el cuello infinito

Sigo arrastrando los pies, que cargan el día entero, pero se despegan de la acera y me voy elevando por la calle medio vacía. Por encima de papeles y colillas, de los coches aparcados en hilera. Por encima del escaparate de la tienda de marcos y molduras a punto de cerrar, del tintín de los vasos del Sabadelle, recién abierto, y del cartel luminoso del hostal Mar de Plata, que nunca se apaga.

Tres, cuatro, cinco metros. Sigo adelante, flotando entre edificios. Ya estoy a la altura de las ventanas del segundo piso. Paso tan cerca que podría hablar con los habitantes del inmueble. Escuchar el telediario con el hombre de la camiseta de tirantes, espachurrado en el sofá. Probar la sopa que hace rato que cuece, junto a la mesa de cocina del piso de estudiantes. Acariciar las toallas esponjosas que Pepa descuelga ya secas del tendedero de la galería.

Siete, ocho, nueve metros. Flotar me hace sentir libre. Desaparecen las líneas de los adoquines, se desdibujan las copas de los árboles y las tareas del calendario. Una multitud de lucecitas desenfocadas siembran el paisaje urbano, como si Seurat estuviera pintando el anochecer del siglo XXI: tiras de farolas amarillentas serpenteando las calles, los ojos blancos de los coches que vienen, y los rojos de los que van, la coreografía en bucle de los ciclos semafóricos.

Para mí, es el camino mágico a casa. No todas piensan que es mágico, quizás no son conscientes del privilegio de atravesar la ciudad en vuelo rasante. Pero ninguna de las personas que flotan a mi alrededor tiene prisa. Esto es. Esto tenemos en común. Hay quienes pasean de la mano, y quienes sostienen una correa. Hay quienes pausan su mente en el horizonte y quienes sudan el estrés del trabajo a toda leche. Perros que se persiguen. Autofotos temerarias. La chica de las ocho. Pero nadie tenemos prisa.

Es un camino flotante que envuelve el barrio a diez metros de altura. Como los aros de humo de un cigarrillo que se hacen exhalando. O los cinturones de asteroides de Saturno. Es un lugar comparable al High Line de Nueva York, pero sin gentrificar. Sin restricciones horarias ni polución. Con el poso de siglos de historias por encima. No es ningún jardín, pero sobrevuela el bosque sagrado, y puede pasearse sin detenerse, porque al ser un corro no tiene principio ni fin.

La chica de las ocho se abriga siempre con cuellos infinitos tejidos a crochet, y con gorros de lana. Con borla. Se los hace su madre. Hoy los lleva blancos, pero cuellos y gorros los tiene de muchos colores. Y siempre combinan, como si salieran de una misma paleta de otoño, de tierra mojada y hojas caídas. Siempre nos cruzamos a éstas horas, pero la oscuridad sólo deja descubrirnos cuando estamos muy cerca, con el tiempo justo de mirarse de reojo y esbozar una sonrisa. Porque para saber si alguien te mira a los ojos tú debes mirar también, simultáneamente. O para saber si se gira a ver cómo te alejas.

Yo no sé si se gira cuando me alejo, pero sigo adelante, por el camino mágico a casa, porque sé que en pocos minutos nos volveremos a cruzar sobrevolando el barrio. Hasta que de tantos pequeños instantes hagamos un buen rato.

 

* Referencias

Texto inspirado en la vida cotidiana de la muralla de Lugo como espacio público singular y extraordinario.

Imagen: Dibujo de Juan Creus Andrade para la publicación «Recinto. Lugo: historia y ciudad», 2014.

Palabras de:

Arnau Boix i Pla

Fecha de publicación:

26/09/2021

Escrito originalmente en:

catalán

Tags:

Vida cotidiana / Espacio público